tag:blogger.com,1999:blog-53307069949796498322024-02-02T07:16:28.809+01:00El Mirador de la AlberquillaLucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.comBlogger23125tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-51409004110038065822022-09-15T10:00:00.001+02:002022-09-15T10:00:38.921+02:00Cantarriján de Luxe by Lucía & Stephane<iframe width="480" height="270" src="https://youtube.com/embed/P6rYxfJZIcE" frameborder="0"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-30411010902311691832021-08-16T11:18:00.000+02:002021-08-16T11:18:01.936+02:00La Méduse By Lucía & Stephane<iframe width="480" height="270" src="https://youtube.com/embed/pUHHt52Q55Y" frameborder="0"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-71207158417457075312021-01-24T21:22:00.005+01:002021-01-24T23:24:52.227+01:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6rL7c9HYhG7jcWOPx8PA2Rsk3IGiMkfPmtvDiPkY9DW9zkLjz47Xdsw7FGg8GLSXs_mfDNQlZqGldpfaAOUSiMg22At-ppweOspmaAP1jU9WjtD-1ZJcSZU0zR70x7dE6ufXiWFoRhrY/s660/5ae3680b30105.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="340" data-original-width="660" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6rL7c9HYhG7jcWOPx8PA2Rsk3IGiMkfPmtvDiPkY9DW9zkLjz47Xdsw7FGg8GLSXs_mfDNQlZqGldpfaAOUSiMg22At-ppweOspmaAP1jU9WjtD-1ZJcSZU0zR70x7dE6ufXiWFoRhrY/w404-h209/5ae3680b30105.jpg" width="404" /></a></div></div><br /><div><div>D. Amancio nunca estudió para maestro, pero en el año 1951 ejerció como tal para mi padre y su grupo de guerrilla antifranquista en los montes de Málaga. D. Amancio antes de la guerra civil había sido secretario en un ayuntamiento, y por eso sabía leer, escribir y de cuentas. Por las noches les relataba historias, que hacía soñar con libertades a mi padre y sus compañeros, envueltos con mantas viejas en el interior de una cueva o bajo un pino grande, sin más luz que la de la luna, porque no podían hacer fuego por las noches por temor a que el humo de la leña quemándose acusara su posición a la Guardia Civil que les perseguía. </div><div><br /></div><div>Recuerda muy bien mi padre la primera vez que aquel maestro les mostró una cartilla verde y un lápiz, y les dijo: “Estas dos cosas que os parecen tan simples son armas poderosas que os harán hombres libres”. Ninguno de ellos sabía hacer ni la O ayudados con un canuto, y en su ignorancia lo único que creían ellos que les haría libres, en esos momentos de lucha contra el dominio del fascismo, era luchando contra él con un fusil. Para mi padre fue un milagro descubrir las letras, los números… que la m con la a era ma y que si las unía podía escribir mamá. De esta manera en tres meses logró escribir a mi madre con una letra desgarbada, redonda y gruesa, su primera carta, que a mi madre le hicieron llenar de orgullo y llorar mucho cuando yo se la leí con mis nueve años. </div><div><br /></div><div>Por desgracia esas enseñanzas sólo le duraron un año pues tras una contienda muy dura, a mi padre y a unos cuantos compañeros los detuvieron; otros tuvieron peor suerte y cayeron en el monte, como d. Amancio. Durante su encarcelamiento, que duró diecinueve años, la lectura de los libros que yo le entregaba en las visitas o le enviaba por correo, fueron según él su salvación para no volverse loco, además de el hecho de poder escribirnos cartas y poder leer las que yo cada semana le escribía. Incluso mi padre hizo de escribiente y lector para otros presos, a los que día a día les fue dando lecciones como hizo en su día con mi padre d. Amancio.</div><div><br /></div><div>Cuando mi padre salió de la cárcel subimos al monte allí donde él recordaba que habían caído sus compañeros y d. Amancio. Clavamos una pequeña cruz de madera, yo puse un ramito de flores silvestres, y mi padre, con lágrimas en los ojos, dejó una nota escrita en letra redonda, desgarbada y gruesa, en la que decía: “A d. Amancio, mi mejor maestro, que nos enseñó a ser libres”.<br /></div></div><div><br /></div>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-69229266043588001952020-08-31T00:56:00.001+02:002020-08-31T00:56:27.418+02:00Nerja / Biarritz feat Lucía & Stephane<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="270" src="https://www.youtube.com/embed/E80JOwkIhJA" width="480"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-14685269486511825962020-08-10T11:10:00.001+02:002020-08-10T11:10:14.656+02:00Hitatus - We Can Be Ghosts Now (Amanecer en Nerja by Lucía & Stephane)<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="270" src="https://www.youtube.com/embed/FEABQQ3KfXU" width="480"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-61109974988759912162020-06-22T10:15:00.001+02:002020-06-22T10:15:19.298+02:00DAFT PUNK / VENECIA feat Lucía<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="344" src="https://www.youtube.com/embed/I4031pdMUxE" width="459"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-56412072665133863252020-05-21T19:17:00.001+02:002020-05-21T19:17:07.504+02:00NERJA feat Lucía & Stephane<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="270" src="https://www.youtube.com/embed/uYT4nD4BvZQ" width="480"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-9824673988522616252019-10-29T21:53:00.001+01:002019-10-29T21:53:19.471+01:00Love me (Yurima) Atardecer en Es Vedrá (Ibiza )<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="270" src="https://www.youtube.com/embed/WOm5nlFuUOY" width="480"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-7856234823422019132019-09-25T11:50:00.001+02:002019-09-25T11:50:21.618+02:00Málaga feat Dave DK Dub ( Panama )<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="270" src="https://www.youtube.com/embed/s11bW-FQN18" width="480"></iframe>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-81473735410582454712016-01-18T19:22:00.001+01:002016-01-18T19:22:11.534+01:00<span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">Aquí estoy con la nueva novela de mi querido primo Ramón Palmeral, gran poeta, excelente escritor y magnífico pintor. EL CAZADOR DEL ARCOIRIS, un libro que os recomiendo su lectura, está disponible en Amanzón, (</span><a href="http://www.amazon.es/El-cazador-del-arco-iris/dp/1517221919" rel="nofollow" style="background-color: white; color: #3b5998; cursor: pointer; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px; text-decoration: none;" target="_blank">http://www.amazon.es/El-cazador-del-arco-iris/dp/1517221919</a><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">) y también en la Librería Europa aquí en Nerja. </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">En la novela se retrata de manera magistral una saga familiar, escrito una prosa pujante y de una desbordante creatividad, donde aparecen personajes inolvidables que no nos deja indiferentes, anécdotas entrañables y reflexiones de la vida. </span><br style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;" /><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;">Muchísimas gracias y felicitaciones por tu nueva novela, Ramón. Un gran abrazo. <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhljlMCViO9N7Tk16dfOiR4mvCglO_DMUFt4iN3V0aI7hj3aB4VIoyomfXGaTmBIY9QsgUrY70LvkYnjApTkA5QivrBsXzG2IW7QrOTjfxqdsQwCJmF46a8Bj0ZBM6OC2j7I17nMGvwh8Q/s1600/20160118_5731.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhljlMCViO9N7Tk16dfOiR4mvCglO_DMUFt4iN3V0aI7hj3aB4VIoyomfXGaTmBIY9QsgUrY70LvkYnjApTkA5QivrBsXzG2IW7QrOTjfxqdsQwCJmF46a8Bj0ZBM6OC2j7I17nMGvwh8Q/s400/20160118_5731.jpg" width="400" /></a></span><i class="_4-k1 img sp_fM-mz8spZ1b sx_62a652" style="background-color: white; background-image: url("/rsrc.php/v2/yx/r/pimRBh7B6ER.png"); background-position: 0px -204px; background-repeat: no-repeat; background-size: auto; color: #141823; display: inline-block; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; height: 16px; line-height: 19.32px; vertical-align: -3px; width: 16px;"><u style="left: -999999px; position: absolute;">Emoticono heart</u></i><span style="background-color: white; color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.32px;"> </span><i class="_4-k1 img sp_fM-mz8spZ1b sx_62a652" style="background-color: white; background-image: url("/rsrc.php/v2/yx/r/pimRBh7B6ER.png"); background-position: 0px -204px; background-repeat: no-repeat; background-size: auto; color: #141823; display: inline-block; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; height: 16px; line-height: 19.32px; vertical-align: -3px; width: 16px;"><u style="left: -999999px; position: absolute;">Emoticono heart</u></i>Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-62802010891016951182015-05-11T14:20:00.000+02:002015-05-11T14:43:58.408+02:00Os presento el relato con el que he ganado el primer accésit del XVI concurso de relatos cortos, "Cosa de Locos" de la Asociación Cultural La Aventura de Escribir.<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlGECaPkZnC8WH_it8b3h6a4Rfe-J_Nncvb97gvS1nDO-BdXUAv1Rf9C2JbQ6OLh-KTbwUS1bHtoUP8ia59ciy_qcQLFJvIKZemc6Bk78bib8Wwsut8gvmUUr3r6d_AQ0QpAQBetJi0ZY/s1600/Original._7.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlGECaPkZnC8WH_it8b3h6a4Rfe-J_Nncvb97gvS1nDO-BdXUAv1Rf9C2JbQ6OLh-KTbwUS1bHtoUP8ia59ciy_qcQLFJvIKZemc6Bk78bib8Wwsut8gvmUUr3r6d_AQ0QpAQBetJi0ZY/s320/Original._7.JPG" width="320" /></a></div>
Foto de la entrega de premios.<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: x-large;">EL CABO</span></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Mi nombre es Carlos García, tengo diecinueve años y soy estudiante de
Bellas Artes en Málaga.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Me hospedo
en una pensión barata cerca del puerto. No es un lugar de esos donde las putas
llevan a sus clientes, sino una casa grande de muebles apolillados y cuadros
oscuros, llevado con limpieza de hospicio por sus dueños, un matrimonio rico
venido a menos. En la pensión los inquilinos suelen durar poco, pues la mayoría
son emigrantes o gente de paso, exceptuándome a mí y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>un anciano al que llaman “el Cabo”, que ocupa la habitación
contigua a la mía.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
El Cabo es un hombre grande, feo y desgarbado, de cara amplia y pálida
que amarillea en las mejillas. Cojea de la pierna izquierda, por lo visto había
sido soldado, pero cayó en desgracia por un “accidente laboral”, que queda algo
oscuro en boca de mi casera. Lleva trajes grises con camisa blanca, y un bastón
de madera negra con empuñadura de plata en forma de garra de león, cosa que le
da un toque de distinción a pesar de su corpulencia.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Es un viejo silencioso y solitario que se queda en el bar de la esquina
hasta bien entrada la madrugada, donde yo suelo ir algunas noches a tomar unas
cervezas. El Cabo bebe largos tragos de aguardiente uno tras otro. Algunas
veces me ha mirado al cruzarnos en el bar o en el pasillo de la pensión,
dejándome la sensación de que quiere decirme algo. Nunca nos habíamos causado
el menor problema, hasta esta noche, claro…</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Tras las clases en la universidad, hoy he llegado a la pensión más allá
de las cinco de la tarde, cabreado. Arrojé los libros sobre el escritorio y me
preparé un vaso con ron y zumo de naranja, para animarme, y como no lo conseguí
me hice un par más, hasta que me tumbé sobre el colchón adormilado. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
No sé cuánto tiempo habría pasado cuando oí aquellos inquietantes golpes
en la puerta, secos y contundentes. Primero pensé que eran producto de mi
imaginación, pero a los pocos segundos los golpes seguían allí tan persistentes
como al principio. Me incorporé y a tientas me dirigí hacia la puerta. Me dolía
la cabeza y en la boca sentía un amargo sabor a naranjas podridas. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Abrí la puerta y me sorprendió lo que vi. Era mi vecino el Cabo. Esgrimía
el bastón en alto, desafiante, los ojos ensangrentados y un aliento a
aguardiente barato con el que me dijo:</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¡Chaval, hoy estás de suerte!</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¿Cómo dice? </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¡Que hoy es tu gran día! Te voy a invitar a una copa en mi cuchitril -y dicho
esto, me agarró del brazo con una presión tal que pensé que me lo arrancaría.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Yo le insistía en que me había sacado de la cama y estaba francamente
cansado. Pero el Cabo me propinó un empujón, lanzándome al interior de su
habitación, seguido de un “pasa hombre”, que no pude rechazar. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
El dormitorio estaba iluminado únicamente por la lamparilla de la mesita
de noche. En el aire había un olor a alcanfor y a añejo que me revolvió las
tripas.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-Oiga, lo siento, pero no me encuentro bien -insistí, y tras decir
aquello, el Cabo me gritó con asombrosa autoridad:</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¡Siéntate en esa silla, soldado! ¿Es que no has oído mi orden? ¿Por qué
me miras con esa cara de pánfilo?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Me quedé petrificado, incapaz de articular palabra.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¡Te ordeno que te sientes! -insistió, y acto seguido me cogió por los
hombros y me obligó a sentarme.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
El Cabo sacó de su armario una botella de anís del Mono y dos copas
pequeñas.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-Ahora vamos a ver de qué madera estás hecho -dijo, y sirvió dos tragos.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
A mí nunca me ha gustado el aguardiente, y menos a palo seco, pero hice
de tripas corazón y me lo bebí de un solo trago. Pensé que así me dejaría
tranquilo y podría marcharme cuanto antes, pero para mi disgusto volvió a
llenarlos de nuevo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¡Venga, de un golpe, soldado! -gritó y añadió- ¡Por todos mis muertos!</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
El segundo trago me quemó la garganta. El Cabo quiso volver a llenar,
pero yo puse la mano sobre la copa en señal de que ya había tenido bastante, y
cuando hice intención de levantarme, mi vecino me clavó sus dos ojos negros.
Eran tan enormes y tenían un brillo tan repulsivo que tuve que apartar la
mirada de ellos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sentía mi corazón
agitado y un rubor extraño en las mejillas.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¿Es que no te han enseñado modales, soldado?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-¡Yo no soy su soldado! </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-Tienes razón, pero al menos por respeto a mi edad no deberías rechazar
mi compañía -me dijo tan apesadumbrado que sentí lástima. Pensé que en el
fondo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>no era más que un anciano
loco y solitario que buscaba alguien con quien hablar.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
El Cabo volvió a su armario, rebuscó y sacó un maletín negro, regresando
junto a mí con un paso firme de militar que me angustió. “La cojera es una
farsa”, pensé, y se me erizó la piel. “¿Qué pretende de mí? ¡Este tío está
loco!” Sentí un leve mareo, producto sin duda del aguardiente ingerido. La
habitación comenzó a darme vueltas… ¿Qué había en la mirada y la voz de aquel
viejo que me tenía paralizado en la silla?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
El Cabo depositó sobre mis rodillas el maletín negro, que por cierto era
bastante pesado. Mientras lo abría, un sentimiento de pánico se apoderó de mí y
comencé a imaginar que en el interior de aquel maletín habría toda clase de
instrumentos de tortura. “Me va a degollar, me va a apalear con la garra de
león del bastón hasta hacerme reventar los sesos…”</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
-Cierra los ojos, chico. Te voy a dar una sorpresa tal que jamás la
olvidarás en tu vida -me dijo, y yo, como un niño obediente, así lo hice.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
¿Por qué no salí corriendo? ¿Por qué no grité auxilio? Él era un viejo
loco borracho y yo… ¿Yo? ¡Un débil ¡Un estúpido! Mi padre siempre me lo decía:
Carlos, eres demasiado sensible, te van a dar de hostias por todos lados como
no te espabiles.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El Cabo, para mi asombro, con una gran rapidez
y destreza me ató las manos a la espalda de la silla.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-¿Pero qué hace usted? -pregunté removiéndome
en la silla- ¡Esto será una broma! ¿no?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El viejo me arreó una hostia que me desencajó
parte de la mandíbula. Sentí que me ardía la mejilla izquierda y un chorrito de
sangre comenzó a fluir por mi labio inferior. La habitación comenzó a dar
vueltas y vueltas, sentí náuseas y pensé que si vomitaba me ahogaría en mis
propios vómitos.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-Tranquilo, chaval, si ahora viene lo mejor -me
susurró al oído mostrándome un revólver.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Comencé a temblar, a balbucear súplicas y
ruegos, como cuando era niño y mi padre me zurraba con la correa.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Recuerdo un silencio denso y espantoso.
El Cabo fue pasando la punta del frío revolver por mi cabeza y mi mejilla
izquierda, luego descendió por el cuello, hasta llegar a mi agitado pecho.
Entonces de un empujón me arrojó al suelo. Caí de lado y antes de que pudiera
reaccionar ya lo tenía pegado sobre mi espalda. Pegué un alarido con la
esperanza de que alguien me oyera, pero aquello, lejos de ayudarme, fue peor.
Cuanto más le lloraba y suplicaba, más se excitaba. De pronto sentí que el aire
me faltaba y desde el fondo de mis entrañas un rojo, un morado, un negro abismo
se abrió ante mis ojos.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El Cabo acercó su cara babosa a la mía, el
revolver lo tenía pegado a mi costado derecho.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-¿No sientes cómo te sube la adrenalina? ¿No
tienes el corazón alterado, las venas a punto de estallar? ¡Es el espasmo del
placer, chico! ¡Este es tu gran día, en el que te voy a hacer un hombre
hecho<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y derecho! -gritó, y pasó su
lengua blanda por mi oreja.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Apreté los puños, me revolví y, Dios sabe cómo,
le propiné un rodillazo en la entrepierna y el Cabo se retorció de dolor. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-¡Cabrón! -grité, y todo rabioso le pateé hasta
que me agoté. Su cuerpo quedó inerte, mudo y pesado en el suelo como un gran
saco de patatas.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Volvió entonces el silencio, aterrador y
pesado. Le pegué una patada al revólver, que estaba en el suelo junto al Cabo,
y luego me puse encima de él y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>lo
zarandeé con rabia, con ira y desprecio, hasta que comprobé que estaba
inconsciente.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Entonces caí a su
lado y el aire nuevamente se congestionó en mis pulmones, no queriendo salir.
Todo se volvió rojo, morado, la habitación daba vueltas y más vueltas… Y ya no
recuerdo más, sólo que llegó la policía alertada por la dueña de la pensión. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En su declaración, la señora dijo que se asustó mucho al oír gritos y
golpes en la habitación de un anciano que jamás había dado un ruido, pensó que
le estarían robando.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Me han hecho una revisión médica los de la
ambulancia que vinieron a socorrer al Cabo, pues a éste le ha dado un infarto.
Ahora estoy en la sala de interrogatorios de la policía. El sargento me ha
leído la extensa declaración de la dueña de la pensión y luego ha escrito a
máquina todo cuanto yo le he relatado.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-¿Tiene algo más que decir, Carlos? -me
pregunta el policía.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-No. Eso es todo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El sargento se levanta, me ofrece un cigarrillo
y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>yo se lo agradezco. Necesitaba
fumar.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-Carlos, para tu información, la pistola es de
juguete, de ésas que venden en cualquier tienda de todo a un euro, y en el
maletín negro sólo había un montón de revistas pornográficas.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-¿Puedo ir al cuarto de baño? Estoy mareado -le
suplico, levantándome a duras penas.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-Está bien.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Nada más entrar en el baño me miro en un espejo. No me
reconozco. Tengo dos bolsas negras bajo mis ojos violentados llenos de rabia.
Un sarpullido extraño ha invadido mis mejillas. Me tapo la cara con las manos.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>-Joder -me digo- ¿Cómo he podido caer tan bajo,
dejándome llevar por el pánico y por un anciano loco? </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Ya no deseo la muerte del Cabo, pero sí que se pase lo que le queda de
vida encerrado en un manicomio.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vuelvo
a mirarme al espejo y pienso que voy a necesitar algo más que unos cuantos
vasos de ron con zumo de naranja para poder conciliar el sueño esta maldita
noche. </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
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<!--EndFragment--><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-83489986083033041282013-11-05T22:50:00.001+01:002013-11-05T22:50:19.204+01:00Hoy tengo ganas de tihttp://www.youtube.com/v/bZPqXAWclsQ?version=3&autohide=1&autohide=1&autoplay=1&showinfo=1&feature=share&attribution_tag=cAKigGbbzr-ud8WY2h3HIgLucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-2908252910018543022013-05-11T18:12:00.001+02:002013-05-11T18:12:22.620+02:00Enamorarse, Ana ReverteNada más bonito que enamorarse cada día de la pareja, de la vida, de los que uno hace...<br />
<br />
<br />
Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-71338650382683718152012-12-22T18:50:00.002+01:002015-05-11T14:37:08.540+02:00LOS SUEÑOS QUE REALIZARÉ CUANDO TENGA TIEMPO PARA MI<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw5UhinDVwcBXBIfxx8pay6NLJ2Xb6-MwoQp7Y1ahdoS2tWINQzwS8Jykm3ORmyMUNUeAqaIHikNwiAwfazg_-x1633Iiwq6BpLwPWMHNOldc0OX4cfdei6FL-zHWw26nLo0wQs5iD3yA/s1600/dibujo+de+ramo%CC%81n+para+carta,+los+suen%CC%83os+que+realizare%CC%81+cuando+tenga+tiempo+para+mi.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw5UhinDVwcBXBIfxx8pay6NLJ2Xb6-MwoQp7Y1ahdoS2tWINQzwS8Jykm3ORmyMUNUeAqaIHikNwiAwfazg_-x1633Iiwq6BpLwPWMHNOldc0OX4cfdei6FL-zHWw26nLo0wQs5iD3yA/s320/dibujo+de+ramo%CC%81n+para+carta,+los+suen%CC%83os+que+realizare%CC%81+cuando+tenga+tiempo+para+mi.jpg" width="234" /></a></div>
<span lang="ES-TRAD"><v:shapetype coordsize="21600,21600" filled="f" id="_x0000_t75" o:preferrelative="t" o:spt="75" path="m@4@5l@4@11@9@11@9@5xe" stroked="f">
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</o:lock></v:path></v:stroke></v:shapetype></span></span><span lang="ES-TRAD">Pintura cedida por; Ramón Fernández,
Palmeral</span></div>
<span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span><br />
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-size: 16pt; line-height: 200%;">
Esta es la </span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 16pt; line-height: 200%;">Carta
con la que gané el primer premio en el IX certamen literario de cartas, “NerjaMujer”,
convocado por la Concejalía de Igualdad del Excmo. Ayuntamiento de Nerja.</span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="mso-tab-count: 3;"> <em> </em></span><em><span style="mso-tab-count: 2;"> </span>Domingo, 12 de Febrero,
2012</em></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 16pt; line-height: 200%;"><o:p></o:p></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>Querida Andrea:</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Te preguntarás
por qué te escribo esta carta, habiendo teléfono, facebook, twiter y correo
electrónico. Lo hago así porque siento que es más personal, más íntimo, y además,
¡qué puñetas!, me hace ilusión. Ya sabes que siempre me gustó escribir, pero
que con el tiempo dejé de hacerlo, como tantas otras cosas…</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El otro día, cuando
fui a tu casa, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>me comentaste que ya
habías comenzado con la quimioterapia. Llevabas puesta una minifalda vaquera y
una camiseta celeste, además de una peluca pelirroja y rizada que hacía
resaltar tus bonitos ojos verdes. Estabas tan bella,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>tan llena de ánimo, tan ilusionada… Tus
palabras expresaban una fuerza interior, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>fe en la vida y una serenidad que me
emocionaron. Recuerdo especialmente que me dijiste que te había tenido que
pasar esta enfermedad para tener tiempo para ti, ¡todo el del mundo!, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>lo
equivocada que estabas antes,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que te
creías imprescindible y, que te has dado cuenta que la vida continúa aunque tú
te pares.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¡Me alegré tanto
al oírte decir que ibas a impartir clases de costura en el Centro Campo Amor en
cuanto terminaras las sesiones de quimio! Ya sabes que siempre te animé a que
lo hicieras, pues tenías el título desde que cumpliste los veinte años, y para
lo único que te había servido hasta ahora era para ocupar un espacio en la
pared. Y lo del pelo rojo, Andrea, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>siempre
quisiste ser pelirroja, soñabas con ello, pero nunca te atreviste a pintártelo
así, por temor al qué dirán, a llamar demasiado la atención… Siempre has sido
tan tímida y has estado tan pendiente de lo que pensaran de ti los demás… Pues
mira por dónde ahora estás realizando tu sueño, y ¡vaya si estás guapa…! Además,
fue muy hermoso <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>eso que me dijiste de
que ahora aprovechabas cada minuto de la vida, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y qué nadie debería de esperar a que le sucediera
algo terrible para hacerlo.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>Andrea, te agradará saber que te estoy haciendo caso.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Lo primero que he hecho esta mañana ha sido
ponerme frente al espejo del cuarto de baño y me he regalado el tiempo de
observarme, pero no para sacarme los puntitos negros,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>las nuevas arrugas en la cara y todas esas
cosas que nos llaman tanto la atención para criticarnos, no, me he mirado como
no lo hacía desde no sé cuándo, y <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>me he
sonreído; <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>me he abrazado y luego me he
dicho: “Alejandra, tú vales mucho, eres una buena madre, esposa e hija, un ser
especial y una excelente persona, y te mereces un tiempo para ti y para
realizar tus sueños”. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>No te lo vas a
creer, Andrea, pero al decir eso, se me ha erizado toda la piel; ha sido como
si me subiese una sacudida de electricidad desde la punta de los pies hasta la
coronilla. No te negaré que hasta he llorado, pero Andrea, ha sido maravilloso,
algo único y tan mío e íntimo que aún no me lo puedo creer.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Tras eso me he metido en la bañera <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y me he dado tiempo para mimarme como si fuese
una niña pequeña.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Nada de darme los
restregones esos que casi nos desollamos la piel<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de tan rápido que queremos hacerlo para
terminar pronto, no, esta mañana me he pasado la esponja con delicadeza. Imagínate
que hasta hoy me levantaba <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>con el estrés
ya pegado a las sábanas y me peinaba dándome tirones y arrancándome los pelos,
pensando en cientos de cosas a la vez, con los ojos medio cerrados y con la
otra mano subiendo la cremallera del vestido de mi hija; <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y si alguna vez abría los ojos y me miraba por
unos segundos lo mejor que me decía era: “¡Por Dios qué pelos tan horribles
tengo y qué ojeras más feas!” </em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Desde hoy he
decidido quererme. He comprendido gracias a ti <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que para realizar mis sueños tengo que ser una
persona más paciente y más relajada.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Ahondaré
dentro de mí para conocerme mejor, aprenderé a escuchar el silencio, a
respirar. Antes hacía yoga, meditación y escribía. ¿Cuándo y por qué dejé todo eso?
</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>Disfrutaré más de las cosas cotidianas, como por
ejemplo hacer la comida (ya sabes que antes asistía a clases de cocina<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>exótica y vegetariana) era algo que me
encantaba, y mira tú, que desde hace mucho tiempo me pongo de mal humor cuando
hago el almuerzo. ¿Cómo he terminado odiando algo con lo que yo disfrutaba?</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Andrea, voy a
retomar las clases de cocina.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>Como bien me dijiste, me preguntaré qué cosas me hacen
feliz y me llenaré de ellas. Alimentaré mi mente de pensamientos positivos. Tienes
toda la razón del mundo afirmando que cuantas más cosas buenas atraigamos, más
dicha experimentaremos.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>Dejaré de creer que soy indispensable. ¿Cuándo me
convertí en una maniática de la limpieza? ¿Recuerdas que siempre tenía un tira
y afloja con mi madre por cómo tenía mi cuarto de descuidado? En adelante seré
menos ordenada. </em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>Me crearé tiempo libre. Pasearé a solas, practicaré el
silencio en vez de quedarme viendo la pantalla de la televisión sin prestar ni
tan siquiera atención a lo que dicen por estar con la cabeza en siete mil
cosas, regañando por todo a mis hijos y recogiendo su desorden. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Ellos ya son mayores y se las pueden arreglar
perfectamente sin mí.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>No me pasaré el tiempo pensando en lo que haré dentro de
cinco días, una semana o al mes siguiente. Antes, ni tú ni yo hacíamos planes
para nada y cada día era una sorpresa y una alegría. Qué razón tienes cuando
afirmas que no hay nada peor que estar dándole vueltas a todo constantemente. </em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><em>Andrea, tú y yo vamos a quedar el sábado que viene
para a ir al spa y <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>hacer un circuito de
esos con masaje incluido, y si el masajista es un chico guapo, mejor que mejor.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Voy a retomar los talleres de escritura, la
lectura a la orilla del mar, recibir la brisa fresca y sentir cómo se me ponen
los vellos de punta, y me estremezco y respiro hondo, para llenarme de energía
positiva y sonreír al cielo azul, a las olas cambiantes, al sol brillante, ese
milagro, ese hermoso sueño, que no me va a reportar más que media hora de mi
vida. ¿Qué día dejé de hacer esas cosas para mí?,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>como <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>ir los fines de semana al cine, al centro
cultural a ver un espectáculo, a alguna exposición, conferencia o tertulia
sobre las mujeres o la escritura… Tú sabes que eso antes era algo normal en mi vida,
sin embargo, un día, no sé<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>cual, todo
cambió y me volví una autómata que no ha hecho otra cosa que trabajar en mi
negocio, trabajar en casa, cuidar de los demás y un largo etcétera, que ha
convertido mi vida actual en un vivir para los demás y nada para mí misma.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Ahora estoy sentada frente a la ventana de mi
comedor y, mientras te escribo esta carta, veo el atardecer en silencio
disfrutando del espectáculo y el milagro que<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>son la naturaleza y la vida; además, tengo un folio al lado donde he
escrito una lista con todos los sueños que voy a realizar, y que había
pospuesto desde que dejé de cuidarme yo, para cuidar<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>a los demás.</em></span></div>
<em>
</em><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><em><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Gracias Andrea.
Me diste una lección de vida el otro día, sobre todo al recordarme esa frase
que yo había escrito<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de jovencita en mi
olvidado diario: “No esperes a que llegue el día para realizar tus sueños,
adelántate tú a él, porque mañana puede ser demasiado tarde”.</em></span></div>
Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-75198697341437597402011-12-13T14:02:00.006+01:002015-05-11T14:40:44.052+02:00FOTO CON EL POETA Y PINTOR, RAMÓN FERNÁNDEZ<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW0akk2_CgLAe26d9HXTzvZ3JWPM9TTALf5AELgbzIe8VagyKki85vM25dqK8v0ybFop2P647-oDxIg87RhJwwYfNXaExfzAfDEfNJMzm3ZDRP5A1zjJBlLkeMCCdB5h-8wS2bEqZteyY/s1600/IMG_4282.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW0akk2_CgLAe26d9HXTzvZ3JWPM9TTALf5AELgbzIe8VagyKki85vM25dqK8v0ybFop2P647-oDxIg87RhJwwYfNXaExfzAfDEfNJMzm3ZDRP5A1zjJBlLkeMCCdB5h-8wS2bEqZteyY/s320/IMG_4282.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
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Foto realizada en el Mayarín, en Frigiliana, con el magnífico poeta, pintor y conferenciante, Ramón Fernández, que además es mi primo y actualmente reside en Alicante. Entre las muchas cosas le tengo que agradecer es ser mi amigo, mi consejero y haber pintado la portada de mi libro "PALABRAS TRENZADAS".<br />
Ni que decir que soy una admiradora suya de todo cuanto realiza artísticamente.</div>
Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-20940772390432330102011-04-10T21:11:00.005+02:002012-12-22T20:00:10.509+01:00Entrega de premios, XII Certamen Relatos Cortos, Enrejados<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-Kn8xhmBlb6o/UNYCoP-2OmI/AAAAAAAAAQU/xblAd3ebfwo/s1600/08042011638.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-Kn8xhmBlb6o/UNYCoP-2OmI/AAAAAAAAAQU/xblAd3ebfwo/s320/08042011638.jpg" width="240" /></a></div>
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El viernes 8 de Abril, se entregaron los premios del XII Certamen de Relatos Cortos, Enrejados, de la Asociación Cultural, la Aventura de Escribir, de la que soy socia fundadora.<br />
Cuando la secretaria del jurado hizo lectura del acta, el corazón se me subió a la boca, pues nombró mi relato, "Transito", y sí, he ganado el segundo premio, cosa que me hace muy feliz y sobre todo, me anima a seguir en este mundo de la escritura.<br />
<br />
Felicito desde aquí al ganador del primer premio, mi cuñado, Plácido Iranzo Acosta, con el relato, "Y Un Día". Plácido, es un gran escritor con dos novelas ya publicadas y que el viernes 18 de Abril, presentará la tercera novela, "Adelina, un cuento sin hada", les recomiendo que asistan a dicho acto de presentación que se realizará, en la Sala Mercado, aquí en Nerja, a las 21 horas.<br />
<br />
El tercer premio lo ganó, Gadalupe Raminez, con el relato, "Valla con Dios".<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-88WKInuvpA0/UNYDKSJwOHI/AAAAAAAAAQc/V7gtlEb94jE/s1600/S_1_~1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="194" src="http://1.bp.blogspot.com/-88WKInuvpA0/UNYDKSJwOHI/AAAAAAAAAQc/V7gtlEb94jE/s320/S_1_~1.JPG" width="320" /></a></div>
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<blockquote>
<em><strong>TRANSITO</strong></em><br />
</blockquote>
<br />
Las cuatro paredes blancas y vacías atrapan la luz de una única ventana con cristal grueso a prueba de golpes, algo que Transito ya ha comprobado en sus carnes o con algún objeto arrojadizo.<br />
Rara vez habla con alguien, excepto con alguna enfermera, o con el médico tan guapo que la interroga cada semana, durante una hora. “Es un cabrón que me sonsaca, pero un cabrón que está buenísimo...”<br />
Nacida en Torremolinos. Apenas conoció a su madre. Esta murió cuando ella tenía siete años. A esa edad tuvo que aprender a sacarse las castañas del fuego ella solita, pues su padre, día sí y día no, volvía borracho a casa. Cuanto cumplió los doce años, el padre comenzó a meterse en su cama. Entonces dejó de ser la niña sonriente, con mejillas sonrosadas que sacaba muy buenas notas y quería ser doctora. Engordó, terminó el colegio, y dejó de salir a la calle. Sus días eran una sucesión de horas aniquiladas a base de comerse todo lo que tenía a mano, hasta que las arcadas la impedían continuar. Pedía todo lo que necesitaba o se le antojaba por teléfono e internet. Las pocas ocasiones que el padre la sacó de casa fueron después de abortar dos veces en su propia cama, otra para sacarse el carnet de identidad, y ésta última...<br />
Recuerda que todo sucedió un martes de tantos anodinos de su desabrida vida. Estaba en su diminuta cocina con olor a coliflor recocida, esperando que el microondas terminase de descongelar una pizza. Tenía el cuerpo de su padre aplastado contra ella. La empujó y la obligó a tumbarse sobre la mesa de la cocina bocarriba. A los quince años ya sabía bien lo que le esperaba, y además había aprendido que lo mejor era dejarle hacer. La resistencia acabó a los doce años y medio, cuando comprendió que de nada servía ni gritar, ni patalear, ni intentar cerrar las piernas… Mientras su padre le levantaba la falda y le arrancaba de un tirón las bragas, miraba como la pizza daba vueltas en el microondas; duró su padre lo que la pizza en hacerse. Cuando la dejó sola en la cocina, tenía la amargura pegada al paladar como un moco espeso, el desprecio hacia ella misma resbalando en cascada por sus mejillas, y la tremenda culpa de provocar en su padre tan bajos instintos... Aquel día no sabe cómo ni de dónde, y nunca llegará su mente a reconocerlo, agarró lo primero que encontró a mano. Un destornillador que su padre había dejado sobre la encimera. Salió como una autómata de la cocina con el destornillador empuñado con tal fuerza que los nudillos se le habían puesto blancos, ya no sentía dolor, ya no sentía el aire entrar por su cuerpo a una velocidad descontrolada, ni las palpitaciones de su corazón, ni el riego sanguíneo que se infartó, como los minutos y segundos de un reloj agotado por los años. Se detuvo frente a su padre que estaba tranquilamente sentado en su sofá, viendo las noticias y le gritó: “¡Mátame!” y le mostró el destornillador, con el puño apretado, el brazo en tensión dibujando un ángulo recto. “¡Haz algo bueno por mí una vez en tu puta vida!” y le arrojó el destornillador con los ojos enrojecidos y desorbitados. “¡Mátame! Utiliza tus cojones para algo útil. Así dejaré de ser una tentación para ti, una provocación que te obliga a hacer lo que me haces, dejaré de ser la putita en que me he convertido…” <br />
Lo demás ocurrió en cuestión de segundos…<br />
Transito en el centro psiquiátrico se levanta con el timbre que anuncia el nuevo día. Se asea junto con las otras internas, y al mirarse en el gran espejo de los baños, ve a una desconocida que nunca llegó a ser niña con unas violentas ojeras, los labios fruncidos y despellejados, piel amarillenta y reseca más abajo del escote, allí donde habita una grieta, una fea cicatriz de un agujero que no fue lo suficientemente profundo como para cortar de raíz su asquerosa vida. “Ni matarme; ni eso fuiste capaz de hacer bien…” <br />
Tras el desayuno comunal, asiste a algún tipo de clases o taller, luego ve la televisión, pasea por las salas de recreo o por el jardín sin interés ninguno, hasta que llega la hora del almuerzo. Después todo cambia, sobre todo desde que hace seis meses ellos aparecieron en su vida...<br />
Era la hora de la siesta y aquel día no fue a descansar. Así que decidió vagabundear entre las salas de recreo, y aunque ya había pasado por allí ciento de veces, nunca se había detenido a mirar por la ventana, total, nada de fuera le interesaba. <br />
El primero que descubrió Transito es un anciano largo, flaco y desgarbado, con una cabeza calva diminuta para unas orejas demasiado grandes. Viste una siempre eterna bata negra de la que sobresale el cuello blanco de una camisa desgastada. Transito, aquella tarde se pegó al cristal de la ventana para certificar que sus ojos no le engañaban, pero como no lograba distinguir bien al anciano, pidió que le dejaran unos prismáticos, cosa que le fue rechazada, por supuesto, aunque ella no paró de insistir; cosa que le costó varios encierros en la sala acolchada, hasta que una de las enfermeras se apiadó de la joven, y le trajo una tarde unos anteojos de plástico que su nieto había desechado hacía varios años.<br />
Este anciano que ella bautizó con el apodo de “Maestro”, se pasa los días enteros al cuidado de seis muñecos. Todos con pantalones de peto gris y camisa blanca. Son del tamaño de un crío de dos años, de piel oscura, pelo negro y rizado. Los tiene sentados en unas sillitas rojas de madera, y les imparte lecciones durante la mañana y la tarde. Al medio día les pone baberos y seguidamente con todo el amor y paciencia del mundo, los alimenta con una papilla espesa que el mismo hace, y luego termina por comerse. Por las noches, les baña, les pone sus pijamas celestes, vuelve a darles la papilla, y los acuesta en dos camas. El se sienta en una butaca en medio de ambas, donde les lee un cuento, hasta que él mismo cae rendido en la butaca, donde amanece.<br />
“Ojalá mi padre hubiese tenido la misma atención conmigo”, piensa cada vez que lo observa atendiendo a los muñecos.<br />
A “Palillos” lo encontró un lunes. Es un hombre de pelo enmarañado, entre cano, con barba de varios meses sin recortar. Tiene una única ilusión y fijación en su vida, y es construir torres con palillos de dientes. Una vez que las tiene terminadas, las admira y acto seguido, les arrea golpes con los puños cerrados llenos de rabia, y a los pocos segundos ya no queda nada de lo que tardó en hacer varios días. Después de la destrucción pasa el hombre a un estado latente, se sienta en una butaca y se columpia en ella; de cuando en cuando, se detiene, se tira de los cabellos y se guantea la cara. Tras ese pase de violencia ocurre otro de aperreo continuo, en el cual mantiene un monólogo y gesticula con todo el cuerpo, hace continuos cortes de mangas y otros tipos de juegos de dedos y muñecas que cualquiera interpretaría como obscenos.<br />
Hoy es domingo. Transito, en su rincón observa con sus prismáticos. Esta vez está viendo a “Alfombrilla”; una mujer de unos cincuenta años que un día fue rubia, pero ahora tiene el pelo de un color entre gris, amarillo añejo y marrón. No se lo lava y corta desde hace quince años; los que lleva encerrada en su piso desde que murió su único vínculo con el mundo, su madre. Las visitas que recibe son de los repartidores que le traen todo lo que ella lee y se le antoja de la guía de teléfonos. En los pasillos se acumulan filas y filas de cartones, bandejas de aluminio, plásticos, libros, revistas, ropa sucia e innumerables bolsas llenas de basuras; todas perfectamente alineadas y colocadas. Nada tira y nada reutiliza. Hace tres meses murió su gato, uno negro con motitas blancas. Era su única compañía; a quien hablaba, reía, lloraba y derrochaba su amor. Tras dos días de duelo, llamó a un taxidermista para que le disecara la piel del felino. Ahora, frente al televisor apagado, y sentada en su butaca, se pasa las horas acariciando la piel disecada del animal, con una amor y una ternura, que conmovería hasta las piedras. <br />
Transito, está tan distraída viendo a “Alfombrilla”, que no ha advertido la presencia a su lado de una joven interna. Es gorda y bajita como Transito, pero tiene la cabeza diminuta rapada al cero y una larga cicatriz atravesándole parte del cráneo.<br />
―¿Qué miras, Transito?<br />
―Lo que a ti no te importa, Patro.<br />
―¿Me dejas tus prismáticos?<br />
―No me da la gana.<br />
Y Patro se lanza a coger los prismáticos, los aferra con la mano derecha. Ambas forcejean y se golpean, gruñen, se revuelven, pero es tal la fuerza de la gordita calva que finalmente se los arrebata.<br />
―Estarás contenta, Patro. Le has roto la correa.<br />
―Ha sido culpa tuya, por no querer dejármelos.<br />
Patro, se sienta en la silla donde antes estaba Transito y, con una sonrisa triunfante, comienza a mirar por los prismáticos. Toquetea una ruedecita que tiene en el centro, da la vuelta al juguete, los repasa por todos lados y vuelve a mirar por ellos. A los pocos minutos se remueve en la silla inquieta, luego menea la cabeza como afirmando, después inicia un movimiento del tronco hacia atrás y hacia adelante como una autómata. Finalmente suelta los prismáticos, mira a Transito y le dice:<br />
―Tía, ¡Acojonan los de ahí fuera!<br />
―¿Verdad qué sí? Pues ya me estás devolviendo los prismáticos.<br />
A un lado de ambas está la enfermera que se apiadó de Transito y le regaló los prismáticos de su nieto. La viene observando desde hace seis meses. Justo el tiempo que lleva la joven mirando día a día por la ventana con el juguete. Y por más que mira al frente la enfermera, no ve más que el muro del centro psiquiátrico de ladrillos anaranjados, donde algunos ingresados han pintado cuatro churretes blancos y negros; garabatos que si se estruja mucho la cabeza le recuerdan a los que hacía su nieto cuando tenía dos años. <br />
Transito, mira a la enfermera con el rabillo del ojo. Sabe que la vigila; incluido el psiquiatra tan guapo, al que ya tiene en el bote, sobre todo tras contarle en cada sesión, con pelos y señales, la vida del Maestro, Palillos y Alfombrilla. Transito, no llega a comprender, cómo la enfermera o el psiquiatra, no se dignan a mirar por los prismáticos para comprobar que es cierto lo que ella ve. Es más, si solo se limitaran a elevar la cabeza, verían a esas personas donde están; en el edificio situado a escasos metros pegado al muro del centro. <br />
Aunque, Transito, en realidad prefiere que en el centro sigan en la ignorancia de esas personas; que la espíen, que piensen que tiene alucinaciones o que está loca de remate. Le interesa sobre todo no volver a la calle, a su diminuto piso de un barrio obrero lleno de basuras y perros abandonados, y mucho menos a la casa de su padre, ese mal nacido, que ojalá se pudra o se muera en la cárcel.Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-73045099296887147542010-08-23T14:01:00.003+02:002012-12-22T20:03:19.020+01:00¡ANDA QUILLA!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-Mcvq9c5Ft1M/UNYD7YbHX9I/AAAAAAAAAQk/LdewRUTILew/s1600/please_be_with_me_forever_by_hammod3gdxyc.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="177" src="http://3.bp.blogspot.com/-Mcvq9c5Ft1M/UNYD7YbHX9I/AAAAAAAAAQk/LdewRUTILew/s320/please_be_with_me_forever_by_hammod3gdxyc.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
Un atardecer de junio mientras languidecen las margaritas con los últimos rayos de sol, dos adolescentes, Meli y Merche, charlan de sus otras amigas, se pintorrean la cara, sacan ropa del armario y se la prueban frente al espejo, ponen posturas exageradas de modelos de pasarela. Bailan a ritmo del Canto del Loco, y mandan y reciben mensajes en sus móviles. <br />
–Anda Quilla, ¿no tendrás un bollycao por ahí?-pregunta sin dejar de mirar la pantalla de su móvil.<br />
–¡Qué te crees, Merche!, ¡que soy un supermercado!<br />
–¡Venga, Meli!, ¿lo tienes o no?<br />
Meli sale de su dormitorio y al instante vuelve con dos bollycaos.<br />
–Ten, y no me vayas a pedir nada más. Que por tú culpa éste va a ser el segundo bollycao que me coma hoy.<br />
–¿Se puede saber que mosca te ha picado? Llevas una semanita de lo más gilipollas conmigo.<br />
–Es que estoy preocupá -dice y se sienta en su cama al lado de Merche.<br />
–Y se puede saber que te ronda por esa cabeza de mosquita.<br />
–Una pregunta.<br />
–¿Sólo eso?<br />
–Es que es grave.<br />
–¡Qué exagerada eres! A ver, ¿Qué te pasa?<br />
–Bueno… Esto… ¿tú crees que si se la chupas a un tío te quedas embarazada?<br />
–¿Cómo?<br />
–Pues eso, que si te quedas.<br />
–Meli, ¿no me digas que tú…?<br />
No hizo falta que respondiera. El sonrojo de su cara lo confirmó. Meli de pronto recordó aquella noche. Estaban Nacho y ella en la playa, sentados junto a unas rocas, se besaban y se acariciaban. Entonces entre gemidos de placer Nacho se lo pidió. Ella sintió una mezcla de deseo, pudor y curiosidad. Nunca había llegado hasta tan lejos con él ni con nadie. Pero quería complacer a Nacho. Además, pensó que si no lo hacía, a lo mejor dejaba de quererla o le daba a entender que no le quería lo suficiente. Así que lo hizo. Le dieron arcadas, se sintió fatal, pero no le dijo nada a Nacho. Temía que se riera de ella.<br />
–¿Meli?, ¿te encuentras bien?- preguntó Merche al ver a su amiga llorosa.<br />
–Es que hay otra cosa- confesó entre sollozos.<br />
–¿Qué cosa?<br />
–Pues que se corrió dentro.<br />
–¿Cómo que dentro?<br />
–Si. En mi boca.<br />
–¡Qué fuerte, tía!<br />
–Entonces ¿Estoy embarazada?<br />
–Y ¡yo qué sé, Meli!<br />
–Mira, Merche, le he estado dando vueltas a la cosa y he pensado que podría llamar a ese número que dice la tele que hay para preguntar sobre sexo.<br />
–Claro y cuando te pidan tu nombre y tu edad ¿qué les vas a decir?<br />
–Yo tenía pensado mentirles, o sea, les diré que tengo quince años, ¿qué te parece?<br />
–No sé… No sé… No me fío y ¿si lo preguntamos en Internet, en un chat?<br />
–Oye, pues no es mala idea.<br />
–¿Cuánto tiempo hace?<br />
–¿De qué?<br />
–Anda quilla, de qué va a ser… ya sabes…<br />
–¡Ah!, hace dos semanas- dice y de pronto se pone pálida.<br />
–¿Qué te pasa, Meli?<br />
–No sé, creo que el bollycao me ha sentado mal- y se masajea la barriga- Por cierto, Merche, tú esto ni mu a nadie, ni mensajes ni nada de nada, que te conozco.<br />
–Meli, ¡a qué me enfado!<br />
–Está bien. Salgo un momento al baño y luego seguimos hablando.<br />
Merche aprovechando que se ha quedado sola, coge el móvil y comienza a enviar mensajes a todo el mundo. De pronto oye gritar a Meli y sale corriendo de la habitación.<br />
-¿Meli, qué te pasa?, ¡ábreme y no me asustes!- dice aporreando la puerta del cuarto de baño.<br />
–¡Qué alegría!, ¡qué alegría, Merche!- grita abriendo la puerta y mostrando como si fuese un trofeo un trocito de papel con una manchita roja- ¡que no, Merche!, ¡que no estoy embarazá!<br />
–Por los pelos Meli, por los pelos te has salvao.Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-41012472630590929822010-08-10T18:33:00.003+02:002012-12-22T20:08:14.308+01:00TIRATE UN FAROL<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-v8Xt11jlPJk/UNYFFHSxCmI/AAAAAAAAAQw/drjdOl99e_Y/s1600/Sin+nombre.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="208" src="http://4.bp.blogspot.com/-v8Xt11jlPJk/UNYFFHSxCmI/AAAAAAAAAQw/drjdOl99e_Y/s320/Sin+nombre.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
Mariano y yo apuramos la última copa de la noche. El puticlub a estas horas de la madrugada a penas tiene clientes, bueno, estamos nosotros dos, pero como si no lo fuéramos. Ya hemos consumido la carne fresca de la Sobiética y la metralla ya no está para tirar más petardos.<br />
<br />
Uno tiene que ser consciente de su edad y saber que ya está bajo mínimos, y debe de esperar unos diítas para poder volver a la carga. Y el que diga lo contrario es que se está tirando un farol.<br />
<br />
Como el que me acaba de relatar Mariano. Mira que presumir de que se ha ligado a Cifuentes, nada menos que Cifuentes, nuestra jefa de personal. Con lo buena que está la Jefa, y Mariano me acaba de confesar tras ocho güisquis que hace dos noches se la tiró, y encima en el apartamento de ella, vamos, como si fuera tan fácil ligarse a la jefa, y nada menos que ella sea la que te invite a su apartamento. <br />
<br />
Si no hay más que mirarte Mariano, con esa calva, esos ojos de sapo, esa papada y esa barriga fofa de piel mortecina; esa lengua babosa y esa nariz gorda y enrojecida, ¿Qué tía va a querer ligar contigo, si no es previo pago? Y ni aún, que cuando vamos de putas como hoy, hasta ellas te dan largas y siempre te tienes que conformar con la más fea.<br />
<br />
-Te lo juro, Paco, palabrita del niño Jesús, que me tiré a la Cifuentes. Bueno, rectifico, fue ella la que me ligó. El viernes pasado se me puso insinuante, como te lo digo, estaba yo haciendo unas fotocopias y ella se me pone a un lado, me sonríe, me enseña esa boquita de piñones, me habla, ¿entiendes?, ¡me habla!, no me ordena, ni me insulta, ni me dice lo que debo o no debo hacer..., y cómo, dónde y cuándo quiere esto o aquello, ¡no!, me habla de tú a tú, como dos colegas, como dos amigos, y me suelta un rollo de las cosas que le gusta y que no le gustan, y me roza el brazo y el muslo, y me pone una mano en el hombro, y siento sus pechos duros en mi brazo…, y a mí que comenzaron a darme los siete ataques, y sobre todo un calentón que intenté simular, porque claro, es la jefa, y yo no sabía en esos momentos si agarrarla por la cintura, pegarla a la fotocopiadora y meterle mano a ese par de tetas gordas, o pedir disculpas y salir de allí cuanto antes…, en esas me debatía cuando Cifuentes me propuso ir a su apartamento por la tarde, pues quería que yo le revisara unos expedientes que eran de suma importancia, que no tenía tiempo en la oficina para ello, y me necesitaba, ¿me oyes?, ¡me necesitaba! Y dijo estas últimas palabras la mar de despacito en mi oído. ¿Qué hubieses hecho tú en mi lugar?, pues asentir como yo hice y cagarme en mis muertos, porque de seguro si la cosa salía mal al día siguiente tendría en mi mesa el finiquito. Como te digo, hace dos tardes, me puse mis mejores galas, me afeité y me perfumé. Le llevé un ramo de flores, no de rosas rojas, no fuera que yo hubiese entendido mal el mensaje y me diera con la puerta en las narices, sin haberle si quiera catado el sabor de sus labios. Estaba yo hecho un flan cuando ella abrió la puerta. ¡No te lo vas a creer!, iba con una camiseta ajustadísima, que señalaban sus pezones tiesos y unos pantalones vaqueros cortitos, pero cortitos, zapatillas blancas y una coleta recogida con un lazo blanco…. Me regaló una sonrisa de las que quitan el sentido de todas las partes del cuerpo excepto la que tú ya sabes… Me llevó al salón, y sobre la mesa no había ni papeles, ni expedientes..., había una pequeña fuente de cristal llena de fresas con nata, una botella de güisqui y dos copas… Comimos, bebimos, reímos y bailamos lentos. Ella de pronto me besó, hurgó en mi boca, como buscando algo, y debió de hallarlo porque al instante metió mano a mi bragueta y ya no paramos de besarnos, mordernos y acariciarnos hasta las cinco de la mañana, que me despidió toda desmadejada y borracha… Lo demás ya lo sabes…<br />
Yo sonrío, miro a mi amigo a la cara y digo:<br />
-¡Anda, Mariano, tírate otro farol, que el de la jefa que se tira al subalterno está ya muy manido!Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-43375564148044416562010-04-06T19:24:00.003+02:002012-12-22T20:10:43.439+01:00PALABRAS LIQUIDAS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-8eyezBIlw0Y/UNYFq-tYalI/AAAAAAAAAQ8/geGWzI9_jc4/s1600/troya.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-8eyezBIlw0Y/UNYFq-tYalI/AAAAAAAAAQ8/geGWzI9_jc4/s320/troya.JPG" width="219" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
Cuando Andros llegó a la orilla del mar egeo, al borde del azulado y brillante océano, se detuvo y lloró palabras líquidas.<br />
Sí, lo había perdido todo. La batalla había terminado, y él cobarde, había huido ante la derrota. Debió matarse allí en el campo de batalla, luchando con el que más, como el guerrero, como el hombre, el joven y el niño que había sido instruido desde el día de su quinto cumpleaños que le fue regalada una daba, y tomó sus primeras clases de manos de Tesión, el que fue su maestro hasta los quince años, cuando comenzó su carrera militar y luego su ascensión hasta comandante de las tropas Helenas.<br />
¿Por qué esta huida?, ¿por qué esta cobardía?¿en qué había cambiado? ¿qué hechizo , embrujo o maleficio le habían hecho para haberse comportado así?<br />
Andros, se torturaba una y otra vez frente al mar que le escupía salivas blancas y le hacían sentir culpable, cobarde y sucio.<br />
Las palabras líquidas recorrían sus mejillas, acaso ellas, esas palabras líquidas sabían los motivos de su huida, de su derrota, de su falta de honor en la batalla.<br />
Andros, se despojó de todos sus aderezos, el escudo, la espada, el casco, el cinturón, hasta el taparrabos, y se quedó desnudo.<br />
Invocó ayuda y clemencia a todos los dioses del Olimpo, y cuando estuvo preparado, se roció de aceites todo su cuerpo. Agarró una rama ardiendo. Y se encendió en llamas.<br />
El fuego consumió sus últimas palabras líquidas.Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-32924422642884149712010-03-13T19:35:00.016+01:002012-12-22T19:55:55.569+01:00CUADERNO LITERARIO<br />
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<a href="http://4.bp.blogspot.com/-eKWxCB_gsvs/UNYAjYdj08I/AAAAAAAAAPk/pCaj1TBrqlI/s1600/portadacuadlit.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://4.bp.blogspot.com/-eKWxCB_gsvs/UNYAjYdj08I/AAAAAAAAAPk/pCaj1TBrqlI/s400/portadacuadlit.jpg" width="303" /></a></div>
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<br />
PROLOGO<br />
Recuerdo tus primeros balbuceos y sonrisas. Tus primeros pasos vacilantes cogida de mis manos. Tus primeras frases completas...! Tantos recuerdos en aquella casona vieja, en aquél patio con olor a jazmines y en aquél huerto!. Te ví cómo crecías y como imitabas los quehaceres de los mayores. Y recuerdo que tu entretenimiento mejor era coger un lápiz y papel (yo te los daba), y junto a mí, muchas, muchísimas veces, te pasabas largos ratos, entretenida garabateando, dibujando, imitando y copiando a duras penas las vocales que yo, te ponía como «muestra»... ¡Cuánto tiempo, ya!. ¿Verdad?.<br />
<br />
Y ahora, fíjate, niña Lucy, vas y me pides que haga el prólogo de tus escritos, para tu primer librito de relatos cortos. Y yo, llena de satisfacción, voy y acepto. ¿Cómo podría negarme después de ser algo culpable de ésa afición tuya por escribir?. Y aquí me tienes, prendida en los recuerdos, en las vivencias, en los afectos... ¡Tantas cosas!.<br />
<br />
Había algo muy especial en ti que me encantaba alimentar: Tu imaginación. Cuando te contaba cuentos, te narraba historias, te prendías en ellos y soñabas, te era fácil entrar en la trama y vivirla casi, te transportabas... Y ahí empezaba el martirio interminable de las preguntas, de los «porques» de ésto y aquello. Tu curiosidad era infinita, y mi paciencia finita a veces... No te cansabas. Y ahora me alegro. Aquella imaginación, aquella curiosidad, aquella afición-vocación por la escritura, por la lectura, siguió y ha aumentado, hasta el punto de afirmarse y asentarse en ti como parte de tu propia naturaleza. ¡No sabes cómo me satisface ser en parte «culpable» de despertar y alimentar ésa faceta tuya!.<br />
<br />
He leído tus relatos. He encontrado en ellos dinamismo, frescura, realidad cotidiana. Me he reído con tu humor ácido-tierno. He sentido la soledad del amor perdido, y el anhelo del vuelo eterno... Son tres relatos muy diferentes entre sí, lo que ya dá a entender el sutil juego de tú imaginación. !Sabes «bailar el agua» de la fantasía!.<br />
<br />
Escribir es gestar. Gestar hijos mentales. Publicar lo escrito, es parir esos hijos. Darlos a conocer, compartirlos con los demás, es la meta a que aspira toda persona que escribe. Y toda aquella persona que escribe, publique ó no, merece respeto por su decisión de hacerlo, por su esfuerzo, por los muy diversos sentimientos y emociones que en lo escrito vuelca, por obedecer a un don que late en su corazón y llena su alma. Por eso, doblemente te felicito, porque no has cejado en tu empeño, por no rendirte, y por abrir ése manantial de comunicación especial a los demás, por publicar, por hacernos partícipes de una hermosa parte de ti.<br />
<br />
No voy a hacer sinopsis alguna de tus relatos. ¡Hay que leerlos!. Y que cada quien disfrute de la mejor forma que le vaya. Yo he tenido el privilegio de disfrutarlos con antelación, pues me los has dejado leer ya.<br />
<br />
No dejes, niña Lucy, de persistir, con voluntad, y llegarás a tu mejor exposición. Ni olvides que los obstáculos son la salsa de los triunfos. Y desea con fuerza y de corazón pues lo que así se desea, termina por llegar. Como dice un proverbio árabe: «Con paciencia, incluso el desierto da frutos». Has comenzado a caminar en un sendero duro, pero los paisajes, las vistas y los horizontes son maravillosos. Dale rienda suelta a tu imaginación, a tus sueños, a tus ilusiones... Y recuerda, porque recordar es vivir doblemente.<br />
<br />
Deseo para ti, lo mejor. Pero eso tú, ya lo sabes...<br />
<br />
Mª Isabel Jurado Marquez.<br />
<br />
18-4-2001 <br />
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<a href="http://3.bp.blogspot.com/-L-XDHdcJBYE/UNYBmVaUYDI/AAAAAAAAAPw/Tsl47vjSmaU/s1600/dibujo1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://3.bp.blogspot.com/-L-XDHdcJBYE/UNYBmVaUYDI/AAAAAAAAAPw/Tsl47vjSmaU/s400/dibujo1.jpg" width="303" /></a></div>
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<a href="http://2.bp.blogspot.com/_ugFsWKEL-NY/S5vikgdKBOI/AAAAAAAAAEs/4Qzd4u824js/s1600-h/dibujo1.jpg"></a><br />
<strong><br />AHORA QUÉ PASA, ¿EH?</strong><br />
<br />
<br />
Ahora qué pasa, ¿eh?<br />
Estábamos la Celia, el Salva, Raúl y yo en la puerta del Ciber-café, maquinando qué íbamos a hacer esa noche de sábado. No teníamos en los bolsillos más de quinientas pesetas, la máquina de Internet nos había sangrado mil a cada uno.<br />
<br />
-Ahora qué pasa, ¿eh?- dijo el Raúl lanzando un escupitajo al suelo.<br />
<br />
El Salva se comía las uñas y la Celia se estrujaba el cerebro chupándose las puntas de sus trenzas negras igualitas a las que yo llevaba esa noche.<br />
<br />
-¡Ya está!- dijo el Salva- podríamos ver el video que alquilaste esta tarde, Raúl.<br />
<br />
-¡Olvídalo, tío!, en mi casa no podemos.Estarán mis padres.<br />
<br />
-Pues vamos a la de mi abuelo. A él le van esas películas picantonas.<br />
<br />
-¡Mola tu abuelo, tío!- dijo el Raúl.<br />
<br />
Fuimos en las motos para allá. El Raúl y el Salva llevaban sudaderas verdes, gorras negras y pantalones de petos anchos, nosotras pantalones grises de licra, camisetas de talla infantil negras con letras blancas en el pecho y piercing en las orejas, cejas y ombligo.<br />
<br />
-¡Abuelo!, abre que soy el Salva- dijo aporreando la puerta.<br />
<br />
-¡Ya voy!, ¡ya voy!<br />
<br />
El abuelo tanteó unos cuantos cerrojos y luego abrió la puerta. Nos recibió con los ojos pegados por el sueño y un batín azul roído que dejaba ver las escasas carnes de su cuerpo. <br />
<br />
-¡Caramba, si vienes con todos tus amigos, hijo!- exclamó el viejo tan sorprendido de vernos, que comenzó a ajustarse nervioso el cinturón del batín. <br />
<br />
Entramos a una pequeña sala, y toda ella emanaba un olor penetrante a añejo y naftalina, que me revolvió las tripas. Estámos a oscuras excepto por el blanco de la luz del televisor que se reflejaba en las paredes, lo que le daba un aspecto terrorífico a las numerosas figuras de santos colgadas por toda la habitación. <br />
<br />
-Abuelo hemos traído una película de ésas que te gustan tanto- dijo el Salva mostrándole la cinta.<br />
<br />
El abuelo echó una ojeada nerviosa a su reloj, luego a nosotros, y finalmente anunció que le habíamos despertado y que era muy tarde.<br />
<br />
-Pero abuelo, si es una peli muy picante- insistía el Salva.<br />
<br />
-¡Ya la veré mañana!- contestó enfadado y se dirigió a su dormitorio.<br />
<br />
El Salva nos indicó que nos sentáramos en el sofá y luego siguió a su abuelo. Tras unos minutos, para nuestra sorpresa, apareció con él cogido del brazo. Lo sentó en su sillón frente al televisor, le hizo unos mismos y lo arropó. La verdad, yo no comprendía la insistencia del Salva para que se quedara su abuelo.<br />
<br />
Nos sentamos pegaditos en el reducido sofá. El video era un documental sobre como hacer sexo en treinta y cinco posturas diferentes. Miré de reojo al abuelo del Salva, y aunque al principio me pareció contrariado por nuestra presencia, pronto inclinó su flacucho cuerpo hacia la pantalla del televisor para no perder detalle, de vez en cuando abría la boca, emitía unos sonidos guturales y se masajeaba las manos con gusto. <br />
<br />
Desde mi posición a un metro del abuelo del Salva, me sentía cada vez más incómoda, pues el intenso olor a rancio y naftalina, parecía estar concentrado entre el sofá y el batín del viejo. La Celia en cambio se veía que disfrutaba, y en mitad de la película se enganchó al Raúl, según ella, a los tíos hay que meterles mano para que se enteren de que les gustas. En el fondo me daban envidia, para qué lo voy a negar. Yo estaba sentada junto al Salva y el Salva está bueno, un taco de bueno, tiene el pelo negro y rizado hasta los hombros, ojos verdes y unos labios gruesos para besar a gusto; pero cuando una conoce a un tío desde que se chupa el dedo, te termina por dar ganas de echar la pota al acordarte de como el Salva se hace una bolilla con los mocos y los tira al techo de su dormitorio. <br />
<br />
Pasaron varios minutos que se me hicieron eternos, entonces observé que el abuelo del Salva hincaba la cabeza y al instante comenzó a roncar como una motosierra.<br />
<br />
-Tío, tu abuelo se ha quedado dormido- dije.<br />
<br />
Salva entonces se acercó a su abuelo, y movió las manos delante de él, pensé que lo hacía de broma, pero no, ante mi estupor, comprendí los motivos del Salva para que se quedara su abuelo: metió mano a su batín y sacó la cartera del viejo.<br />
<br />
-¡Menudo fastidio!, aquí solo hay mil pesetas y algunos duros.<br />
<br />
-Pues yo no me voy de aquí sin llevarme algo más- soltó el Raúl, y se puso a rebuscar entre los cajones del aparador, y finalmente sacó un paquete de Ducados. <br />
<br />
-Ahora qué pasa, ¿eh?<br />
<br />
Eran las doce de la noche, el Salva, la Celia, el Raúl y yo estábamos sentados en un banco de la estación de autobuses pasándonos un peta y una litrona. Estaba tan colocada, que me reía recordando lo sucedido en la casa del abuelo del Salva. <br />
<br />
Raúl tonteaba con la Celia mostrándole su mechero, uno plateado con el camello de Camel en relieve. Lo abrió y comenzó a pasar la llama por la palma de su mano.<br />
<br />
-¿A que es guapo mi mechero?- le preguntó el Raúl.<br />
<br />
-Sí que lo es- respondió ella.<br />
<br />
-¿Te imaginas encendiendo con él la mecha de un cóctel Molotov?<br />
<br />
Un pensamiento atravesó mi mente. Reventar algo, una papelera, un autobús, el tío alto y delgado con cara de santón que se puso frente a mí mostrándome un libro muy gordo. Le saqué la lengua, él me clavó sus ojos albinos y sin decir una palabra, abrió el libro y me señaló un dibujo de una chica tumbada en una cama a la que le sangraban las manos y los pies, me fijé en el rostro de ella y pegué un grito de espanto al verme a mí misma.<br />
<br />
-Tamara, ¿qué te pasa?- me preguntó el Salva.<br />
<br />
-¿Es que no lo has visto?<br />
<br />
-¿A quién?- dijo mirando a todos lados.<br />
<br />
-A un tío muy alto con un libro en la mano.<br />
<br />
-¡Tú alucinas del tripi que te has tomado antes, tía!- el único que ha pasado por aquí es ese pringao- y me señaló a un borracho que iba paseando con un amigo invisible, al que por lo visto le tenía mucho que decir.<br />
<br />
Me levanté del banco zumbada. Caminé hacia la moto de la Celia y<br />
<br />
me senté en ella. Encendí un cigarrillo y tras varias caladas me fijé en el borracho del amigo invisible, estaba junto a la rueda de uno de los autobuses aparcados. Seguía hablando solo, y de la boca le colgaba un largo hilillo de babas. Metió mano a la bragueta y empezó a rebuscar en el interior. Finalmente sacó un pajarito lánguido tan mal adiestrado, que se meó encima. No pude contenerme y solté una carcajada. El borracho me miró y cuando al fin reparé en su rostro, un escalofrío (mezcla de repugnancia y vergüenza) recorrió mi columna, aquel borracho baboso, era mi padre. Pensé que sería otra alucinación por el tripi, pero no, esta vez aquello era tan real que dolía.<br />
<br />
-Ahora qué pasa, ¿eh?<br />
<br />
El Salva, la Celia, Raúl y yo, a las dos de la mañana en la puerta del Antrax, uno de tantos de esos pubs reducidos, oscuros, de suelo lleno de cristales rotos y bebidas derramadas y un taco de decibelios. En la puerta hay un cartel que dice: «Prohibida la entrada y la venta de bebidas alcohólicas a menores de dieciséis años», pero nosotros entramos y nos pedimos unos chupitos de Cerebros que, junto con los petas, las cervezas y el tripi, me hicieron ver un campo de amapolas entre mi cintura y mis pies, mientras las luces de neón me estallaban en la cara. Era lo que necesitaba en aquellos momentos, dejarme llevar por el campo de amapolas, con la vaga esperanza de olvidar que aquel borracho que había dejado meando en el autobús, era mi padre.<br />
<br />
Me pegué a la barra. Todavía no estaba a tope. En un extremo junto a los cuartos baños una pareja se comía a besos, y en el otro junto al ventanal, El Chino esperaba a su clientela de explosivos hojeando un cómic. En la pista de baile había un grupo de una despedida de soltero jaleando como cincuenta, y en el fondo del pub unas cuantas tías se exponían sentadas en taburetes fumando y moviendo la cintura al son de la música de salsa.<br />
<br />
-Yo me voy a bailar- dijo la Celia.<br />
<br />
-Pues yo me quedo aquí, me repatea esta música salsera- le contesté.<br />
<br />
Como me había quedado sola en la barra y no tenía otra cosa que hacer, me recreé la vista con el camarero, un morenazo de casi dos metros, con unos brazos y unas manos de esas que ya me gustaría a mí que me apretaran más abajo de la cadera. Le dije que me sirviera otro chupito, él se me acercó y agachando su cuerpazo hasta ponerse a la altura de mis ojos me dijo:<br />
<br />
-Lo siento nena, pero no quiero tener problemas con el jefe, ¿tú ya me entiendes, no?<br />
<br />
-¡Hay que joderse!, tener tan sólo quince años y sin un duro que rascar en el bolsillo- me dije y del cabreo me arrimé al ventanal.<br />
<br />
El Chino había dejado de hojear el cómic y estaba mordiéndose las uñas. Me miró de arriba a bajo, luego se detuvo en mis tetas y con el dedo índice tembloroso señaló las letras impresas en mi camiseta y leyó:<br />
<br />
-Funny Jeans. ¿Y eso qué significa, tía?<br />
<br />
-Que me invites a un güisqui- le contesté.<br />
<br />
-¡Qué putita eres!- me dijo acariciándome el culo y acto seguido pidió al camarero un güisqui para mí y otro para él.<br />
<br />
Me bebí el güisqui de un golpe y de pronto me entró una flojera de muy señor mío. Como dice mi hermana mayor, estaba atravesando esa hora tonta que como no te metas un explosivo en el cuerpo te puedes dormir en lo alto de un taburete. Iba a pedirle algo de mercancía al Chino, pero de pronto de la penumbra del pub apareció la Celia.<br />
<br />
-¡Tamara!, ¿se puede saber qué haces aquí aparcada como una gilipollas?- me gritó Celia y de un tirón me arrastró hacia la pista.<br />
<br />
Quería bailar, de veras que quería bailar, pero las piernas me pesaban y el estómago me hacía remolinos, intentaba mantener la cabeza erguida, no caer y dar la nota delante de los de la despedida de soltero.<br />
<br />
-¡Joder, Tamara!, ¡pareces un saco de patatas!- me dijo la Celia y de un golpe me arrancó de la pista dando empujones a los de la despedida, que seguramente sintieron mucho vernos marchar. <br />
<br />
Me llevó hasta el cuarto de baño. Dentro había una rubia pintándose una raya negra en el ojo frente al espejo.<br />
<br />
-¡Largo de aquí!- gritó la Celia y la rubia pegó un respingo, y salió zumbando.<br />
<br />
Celia abrió la puerta de la reducida cabina del baño y bajando la taza del water me obligó a sentarme en ella. Sacó una bolsita con polvo blanco del bolsillo de su pantalón, luego rebuscó en su mochila, sacó el carnet y una pajita, depositó el polvo blanco sobre su mochila y con el carnet hizo dos montoncitos, y luego dos rayitas perfectamente alineadas.<br />
<br />
-¡Tú primero!- me dijo y puso la pajita en mi nariz.<br />
<br />
Cuando la coca entra en tu garganta, te deja un regusto amargo acompañado de un picor en la nariz que me hizo estornudar. Sentí un remolino subir por mi estómago. Bajé la cabeza, y vomité sobre los preciosos zapatos de tanque negros de mi muy querida Celia, que sin el menor de los reparos ni delicadeza me arrastró de mis trenzas hacia el lavabo y me obligó a meter la cabeza bajo el grifo.<br />
<br />
-¡Eres una bruta, tía!- le grité.<br />
<br />
-Y tú una idiota que no sabe beber.<br />
<br />
Volvimos a la pista de baile, en cuestión de minutos se había puesto a tope. El griterío era impresionante, en estos baretos lo mejor es bailar y no hablar pues te puedes romper las amígdalas que nadie te oirá. La Celia y yo bailábamos a gusto, pues el de la cabina se estaba enrollando a base de Estopa y Máquina, cerré los ojos y entre mi cintura y mis pies de nuevo apareció el campo de amapolas, iba por él danzando, gritando, saltando como una loca de contenta, entonces apareció la sombra alargada de aquel maníaco, con mi cuerpo muerto sangrando en la página de su libro, quería correr por el campo de amapolas, sentía su aliento fétido en mi cuello, su mano enorme y sudorosa rozando mi espalda, me agarró por la cintura y experimenté lo que una cigala cuando es atrapada por un pulpo, solté un grito, abrí los ojos y me encontré con el Salva que me había puesto sus diez tentáculos en la cintura.<br />
<br />
-¡Deja de sobarme, tío!<br />
<br />
-¡Joder Tamara, contigo no hay quien pueda!- se quejó el Salva y salió de la pista dando empujones a todo el mundo.<br />
<br />
Cuando me repuse del sobresalto seguí bailando. La Celia y yo conectamos a tope, los mismos movimientos de brazos, caderas y muslos, éramos dos serpientes enroscadas en mitad de un campo de amapolas y un montón de moscones que revoloteaban a nuestro alrededor. Alguno me propinó un codazo en la espalda, me volví dispuesta a dar un sopapo, pero cuál no fue mi sorpresa al encontrarme con un bombón envuelto en una camisa negra abierta hasta medio pecho, que mostraba para el deleite de mis ojos unos pectorales de ensueño. Pelo rubio, ojos azules, intensamente azules que se fijaron en los míos. Me dejé mirar, a posta coqueteaba con él, me contoneaba y contorsionaba al ritmo de la música, cada cual que se ponga la mano donde más le pique, pero en el fondo somos todos unos mirones, unos jodidos mirones.<br />
<br />
-¿Se puede saber qué hacen dos tías tan buenas como vosotras bailando solas?- preguntó el tío.<br />
<br />
-Esperando que nos llueva un hombre- le contesté.<br />
<br />
El tío dibujó una sonrisa y se presentó:<br />
<br />
-Me llamo Carlos.<br />
<br />
-Pues yo soy Tamara y ésta es Celia- y nos dimos dos besos.<br />
<br />
El tío bailaba de maravilla, y si hay algo que me ponga a cien, es un tío que se mueve bien en una pista de baile. El corazón se me disparó. Deseé paladearlo, morderlo, desmenuzarlo, revolcarme con él por el campo de amapolas, pero la Celia se me adelantó y se enganchó a Carlos.<br />
<br />
Me quedé mirando boquiabierta, «¡tendrá cara la tía!», pensé y si llego a tener en aquellos momentos una metralleta se la hubiese descargado enterita a la Celia. Me iba largar de allí asqueada y cabreada, pero el Carlos se desenganchó de la Celia y nos preguntó:<br />
<br />
- ¿Qué tomáis?<br />
<br />
- Unos güisquis- respondió la Celia.<br />
<br />
Cuando el Carlos se alejó de nosotras cogí a la Celia del brazo y se lo retorcí.<br />
<br />
- ¡Tamara, qué me haces daño!<br />
<br />
- !Pues te aguantas so ninfómana!- le grité.<br />
<br />
- ¡Anoréxica!<br />
<br />
- ¡Calienta braguetas!<br />
<br />
Era la primera vez que nos peleábamos así por un tío. La Celia de pronto me abrazó y dijo:<br />
<br />
-Tamara no seas tonta, nosotras a seguir el rollo del tío y él mientras que nos pague los güisquis.<br />
<br />
-Ya. Pero no sé cómo te las apañas, bonita, que siempre eres tú la que moja.<br />
<br />
Carlos llegó con las bebidas y seguimos bailando hasta que el aire caliente del pub comenzó a agobiarme.<br />
<br />
- Yo me largo fuera, tía- le dije a la Celia.<br />
<br />
- Tú veras- me contestó y la dejé bailando con el Carlos.<br />
<br />
La plaza estaba a tope de gente que formaba grupitos en las terrazas de los otros pubs. El Salva y el Raúl estaban sentados sobre las motos y charlaban con el Chino, pensé que estarían comprando algún explosivo para animar la noche y no quise interrumpir el trato. Me senté en el escalón de mármol de un edificio lleno de vasos con bebidas a medio acabar. Al rato vi como el Carlos salía del Antrax acompañado de la Celia, me puse de pie y les hice una señal para que se acercaran.<br />
<br />
- ¿Y Celia?- pregunté al ver que el Carlos llegaba solo.<br />
<br />
- Está allí con esos tres- me respondió señalando hacia donde estaban el Raúl, Salva y el Chino que ahora charlaba también con la Celia. <br />
<br />
Entonces lo supe: Era mi momento, y debía aprovechar la oportunidad como fuera, así que me acerqué al tal Carlos y mostrándole la más dulce y sensual de mis sonrisas le pregunté:<br />
<br />
-Oye Carlos, ¿a qué no sabes donde tengo un tatuaje?<br />
<br />
Carlos sonrió, me repasó de arriba a bajo, y dijo:<br />
<br />
-Seguro que lo tienes en una teta- y millones de hormigas recorrieron mi estómago.<br />
<br />
Carlos entonces apretó su cuerpo al mío, estaba sudado, envuelto en un olor a felino en celo que disparó aún mas mi deseo hacia él. Sexo. Eso pensé, en sexo, en el video porno que había visto antes, y en las treinta y cinco posturas que me dejaría hacer con él, en el campo de amapolas. El tío no perdía el tiempo porque mientras con una mano me sujetaba con la otra comenzó a recorrer mis muslos, mis caderas, el contorno de mis pechos. Sentía su lengua caliente recorrer por mi largo cuello y como fue subiendo hasta mi cara. Estaba yo fuera de mí, esperando que llegara ese volcán de lengua a mis labios, cuando él se separó bruscamente de mí. Al pobre no le dio tiempo a reaccionar para esquivar el puñetazo que el Salva le propinó en el estómago y luego en la cara. Cayó sentado sobre el escalón del edificio medio inconsciente, yo me sentía enterrada en el campo de amapolas incapaz de entender el motivo por el cual el Salva le estaba dando aquella paliza a Carlos. Todo lo veía a cámara lenta, la gente que se agolpó a nuestro alrededor, los dos tíos que agarraron al Salva por debajo de los hombros e intentaban sujetarlo a duras penas, porque estaba como una fiera y se resistía dando codazos y gritando enloquecido.<br />
<br />
Alguien había llamado a la pasma, pues el sonido de unas sirenas cada vez eran más cercanas, lo que hizo que los curiosos se dispersaran en cuestión de segundos entre los pubs de la plaza. <br />
<br />
- Tamara tía, no debes quedarte aquí- me dijo la Celia.<br />
<br />
- ¿Qué?- respondí aturdida.<br />
<br />
- Que será mejor que nos larguemos, porque como sea la pasma la que viene zumbando nos acribillará a preguntas.<br />
<br />
Me quedé mirando al Carlos, aún seguía alelado y goteaba un poco de sangre por la nariz. Pensé, «¿me largo y lo dejo solo con el marrón?, ¿me siento a su lado y lo consuelo?». Estaba hecha un mar de confusión cuando la Celia me agarró del brazo y de un tirón me alejó de él. <br />
<br />
-Tranquila tía- dijo la Celia-. No se morirá de esto.<br />
<br />
Subimos a las motos y salimos a todo gas de la Plaza junto al Raúl y el Salva con el sonido de las sirenas persiguiéndonos. <br />
<br />
Llegamos hasta un pequeño parque y nos subimos a unos columpios. Durante largo rato ninguno dijo nada, el balanceo del columpio y el aire fresco de la madrugada fue difuminando los pensamientos del mal rato pasado. Dirigí la mirada hacia el Salva como buscando en él una respuesta a lo sucedido. Se estaba metiendo la mano en el bolsillo del pantalón, sacó un paquete de chicles y nos ofreció uno con el mismo careto del que jamás ha roto un plato en su vida. <br />
<br />
- Salva, ¿se puede saber qué te ha entrao, tío?- pregunté al fin.<br />
<br />
- Nada- contestó masticando chicle.<br />
<br />
- ¿Nada?- dije- Y la paliza que le has dado a ése, ¿qué?<br />
<br />
- Una apuesta tía, todo ha sido una apuesta, ¿lo entiendes?<br />
<br />
- ¡Qué coño dices!- le grité.<br />
<br />
- Lo que has oído. Estos tres apostamos con el Chino unos tripis a que si le daba una tunda al tío, tú le dejarías allí sin consolarlo.<br />
<br />
Sentí tal puñalada trapera clavarse por mi espalda, que en aquellos instantes les hubiese arrancado los ojos.<br />
<br />
-¡Estáis locos!, ¡los tres!- grité bajando del columpio.<br />
<br />
-Vale. Vale... Lo siento, Tamara- dijo Salva poniéndose a mi lado- reconozco que nos hemos pasado... Anda, dame un abrazo.<br />
<br />
Me atrajo hacia sí, y antes de que yo pudiera reaccionar, dijo:<br />
<br />
-Tía. No veas el acojone que he pasado todo el rato. Pero a esos dos no se lo digas... ¿Me perdonas?<br />
<br />
¿Qué podía hacer? Me abracé a él. Al fin y al cabo, Salva es mi amigo, mi colega, y el tal Carlos no era más que un posible polvo en una noche de sábado, y de esos hay muchos. <br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-U5uUIVD4cyk/UNYB4svZDpI/AAAAAAAAAP8/vttKy0UDsAY/s1600/dibujo2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://4.bp.blogspot.com/-U5uUIVD4cyk/UNYB4svZDpI/AAAAAAAAAP8/vttKy0UDsAY/s400/dibujo2.jpg" width="303" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
<strong>CONFESIONES DE UNA FOCA <br />(en mitad de una tomatera)</strong><br />
Agradecida a Ramón que me presentó a Pamela.<br />
<br />
Me llamo Pamela Redondo y hasta el apellido hace honor a mi cuerpo. Acabo de salirme de la carretera que va de Torrox a Vélez. Ha sido por culpa de esta maldita lluvia. Estoy atrapada dentro de mi Ford Fiesta blanco en medio de una tomatera, pero no me duele nada, deben de ser las tres de la madrugada y no sé cuándo llegaran a rescatarme, si es que pueden porque me parece que ni con una grúa... Peso noventa y pico kilos, mido un metro sesenta y tengo no se cuantos años, bueno y a quién le importa los años que tengo yo...<br />
<br />
Mira que ocurrirme este accidente precisamente hoy que por fin me esperaba alguien después de... ¿Cuánto tiempo hace?<br />
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Con el esfuerzo que he hecho yo esta tarde. Me puse frente a mi espejo del dormitorio, el del jodido armario y me pasé horas sacando ropa y repitiéndome que no tenía nada que ponerme, todo me caía fatal y recordando las últimas palabrotas de mi modista: «Hija, parece como si la navidad la pusiera a una más hambrienta...». Y yo no me pude callar: «¿Qué me quieres decir, Pepa, qué no tienes ningún traje de mi talla, qué estoy muy gorda?, pues toma...». Ya sé que no me debía de haber enfadado con ella, no tiene la culpa de que yo tenga estas piernas de vaca y este culo de planetas en colisión.<br />
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¡Habré probado yo regímenes!. El de la alcachofa como Rociíto, el del melocotón en almíbar de la doctora Roseyó; el de sacarse sangre tres veces al mes, el de las infusiones de Chumary; el del suero de leche, y hasta fuí a un gimnasio... Una enorme sala con grandes ventanales donde más de veinte súbditas maltrataban sus grasientos cuerpos frente al maestro que exponía, tras un enorme espejo, su fibroso, musculoso y perfecto cuerpo a ritmo de bakalao. El muy engreído me saludó con una sonrisa torcida y me dijo: «Ponte al fondo, nena, y no te preocupes si no puedes coger el ritmo el primer día...». ¡Llamarme a mí nena, cuando podría ser su madre! Pasé entre las súbditas que me repasaron entre miradas de desprecio, risitas burlonas y hasta alguna exclamación de lástima pude oír... Una hora duró el martirio de mi cuerpo, las súbditas agotadas se fueron a las duchas, pero yo no fui con ellas, todavía conservo mi pudor de mujer decente...<br />
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Nadie como yo sabe lo que es pasar hambre y soñar con comida, con auténticas bacanales y luego despertar con sentimiento de culpa. A veces caigo en la desesperación y me atiborro de chocolatinas que tengo escondidas por todos los rincones de mi casa. Luego lloro como una loca y me odio mientras me meto los dedos y vomito todo en la taza del water... Estoy tan foca que hasta la vida se quiere escapar de mí.<br />
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Jamás volveré a entrar a una tienda de Triciclo o como porras se llamen esas boutiques de tortura para las focas como yo. Ustedes no saben la patada que siente una en la autoestima cuando se te acerca la típica niñata anoréxica, con minifalda o pantalón de licra ajustadísimo, acompañado con un mini short, mostrándote dos espetones de tetas y un ombligo en una barriga plana, con piercing incluido, que va y te pregunta: «¿Desea usted algo?». ¡No te fastidia la niñata!, una liposucción, drenaje multicelular y una operación de estómago, porque ¡a ver quien se mete esa ropa de Barbie!<br />
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Estoy condenada al traje compuesto de falda recta y blusón, o bien, el vestido tipo premamá color negro, marrón café, verde botella y azul marino, un asco de colores con los que me disfrazo cada día soñando con ser otra. <br />
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Soy la típica solterona que vive en un apartamento pequeño, con un televisor, un teléfono, un ordenador conectado a Internet y un coche utilitario. Una mujer maltratada por la aspiración de ser independiente, autosuficiente, no domada por el hombre, no por culpa mía, sino de ellos, que temen a Pamela la gorda, me rehuyen. Lo peor de mi existencia es la soledad, este zoo de soledad en el que vivo.<br />
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Yo no siempre he sido así, resentida, con mal humor y despreciada. Yo también fui amada, era una chica alegre, con ganas de comerse el mundo, pero claro, lo entendí mal y me lo zampé todo por el estómago. Ahora me atiborro de pastillas para animar el espíritu y para adelgazar, devoro libros de auto-ayuda y maltrato a mis amigas por teléfono con mis malos rollos. Anoche vinieron Angus, Charo y Laura a mi apartamento para celebrar mi cita de esta noche. Entraron hablando sin parar, se sentaron en cualquier parte y se fumaron dos canutos mientras hacían un poco de cena: Unos paquetes de patatas fritas, pizzas congeladas y Ron añejo con cocacola, me llenaron el salón de ilusiones, chismes y risas, que se esfumaron como el humo de sus cigarrillos en cuanto se marcharon. No hay forma de que una alegría se acerque a mi cara, y menos con este complejo de gordura, me creo impresentable, a pesar de que mis amigas disimulan muy bien y mienten como bellacas cuando afirman, que a los hombres les gustan las mujeres con un par de tetas bien gordas (como dos cántaros), y un hermoso culo (como el de una plaza de toros) en el que perderse. Lo siento tanto Angus, Charo, Laura, sé que a veces me porto muy mal con vosotras tres, pero ¿qué esperáis?, si vosotras perdéis dos kilos a la semana y yo engordo tres, en el fondo cuanto más os necesito, más me voy alejando de vosotras...<br />
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La primera vez que tuve conciencia clara de mi gordura fue una mañana que paseaba por una calle en obras, yo había sido hasta entonces la ilusión de los albañiles, el perejil de sus sudores, pero aquella mañana no escuché piropos, me tiraron palabrotas... «Mira tío, ahí viene la mujer foca del circo...», no les contesté nada, estaba tan avergonzada e irritada que llegué a casa con un dolor pesado que martilleaba mi cabeza... Así comenzó mi calvario del jodido espejo y del hijoputa del peso... Mi vida se ha convertido en un infierno, si voy al cine siento como el del asiento de al lado me mira con cara de: «Tú no puedes meterte en esa butaca gorda...» En el autobús siempre hay el típico gracioso que parece decir: «A esa gorda le cobras el doble, que ocupa dos asientos...».<br />
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Una mañana que fui a visitar a mi madre, llevada por un ataque de petarda-hija única, le pregunté: Mamá, ¿estoy muy gorda?, y ella, sentada junto a la mesa de la cocina, pelando una patata, levantó la vista, la recreó en todo mi cuerpo, suspiró y dijo: «Hija, tú no estás gorda, tú lo que estás es desfigurá». Así me dijo, ¡desfigurá!<br />
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Desfigurar: Afear, ajar el semblante, disfrazar, referir una cosa alterando sus verdades circunstanciales. Osea, mi madre me ve como una fea gorda mal disfrazada en carnaval. Aquella conversación con mi madre me llevó a la frenética búsqueda de un supermercado, y a encerrarme en mi apartamento por tres días comiendo tabletas de chocolate, devorando bolsas de patatas fritas, y tomando a cucharadas grandes una lata de dos kilos de leche condensada.<br />
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Para mas inri hace dos meses mi jefe va y me echa, me dice que es por ajuste del personal, que como entré la última... ¡Menudo cabrón!. A tí querida Charo te debo una cosa, has sido la única con dos ovarios para decirme la verdad. En realidad, me despidió porque dijo que yo no tenía el aspecto físico que necesitaba el empleo, ¡mamón!, no tuviste valor para escupírmelo a la cara. ¡Como si para alquilar un coche tuviera que acostarse una con el cliente...! Cuando me enteré me llegué a la agencia, le grité unas cuantas verdades a mi jefe y le propiné cuatro hostias delante del personal. <br />
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Me he ganado la fama de mala leche en todo el pueblo, así no es de extrañar que, si la palmo en medio de esta tomatera, nadie vaya a llorar a mi tumba...<br />
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Tengo hambre de bocadillo de mortadela Pamplonica, de tortilla de patatas, de batido de chocolate... Lo mejor será no pensar, respirar hondo, cerrar los ojos, e intentar evitar el aullido de mi estómago. Mi amiga Angus dice que necesito un sicólogo, y yo le he dicho que lo mío no me viene de las neuronas, sino de las hormonas, que se me han vuelto locas y todo lo convierten en grasa y celulitis. Angus insiste en asegurar que le ha ido muy bien con uno argentino, un joven de esos que te abren la puerta al entrar, te besan la mano y te encienden el cigarrillo con su mechero... ¡Angus, hija!, ¿en qué mundo vives?, hombres así sólo buscan una cosa: Tu dinero. Ya se ha perdido la cortesía y el cortejo desde que todos somos iguales... ¡Lo que me faltaba!, encima se pone a tronar el cielo.<br />
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¡Será posible que siempre que vea un rayo me acuerde de ti, Paco Salgado! Tú que me llevabas a cenar a los mejores restaurantes, que me regalabas rosas y me decías a la luz de la luna: «¡Cómo me gustan tus carnes rechonchas y estas mollas de tus muslos y estos hoyuelos en tu cara...». Y yo como una perra enamorada te creía y te adoraba. Fueron tres semanas de ensueño, tres semanas inolvidables que me diste Paco Salgado, el del lunar en la frente con el vello tieso, el que me engatusaste con bellas palabras hasta tu apartamento, y yo tras tres güisquis me dejé desnudar sobre tu cama, dispuesta a regalarte la flor de mi secreto, y tú subido en mis carnes dibujaste una mueca en tu desgraciada boca y me dijiste: «Pareces una cerda reventona, estás empapada en sudor, me das asco...» Tan sorprendida estaba que ni moví un dedo cuando me hacías aquellas fotos. ¿Qué pretendías con ellas, cabrón?, ¿mostrársela a tus compañeros de trabajo para ganar una apuesta? Cómo disfruté agarrándote por donde más os duele a los hombres, para asegurarme de que no dejarás en este jodido mundo a ningún desgraciado como tú, ¡ya lo he dicho!, ¡joder, qué a gusto me he quedado...!<br />
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¿Qué hora será?. Este maldito reloj se ha parado con el golpe. Se me están clavando en el costado los hierros de la puerta del coche... ¿Qué será de Manolo?, el de mi cita secreta. Nos conocimos por Internet: ¿De qué forma iba a ligar un foca como yo?. Todo nos iba tan bien... Escritos interminables, poemas... Estaba tan ilusionada con esta amistad sin compromiso... Pero tuviste que estropearlo todo Manolo... Vas y me pides una foto mía, y yo claro, al ver tu foto con esos ojazos negros y esa sonrisa capaz de derretir un glaciar, mezcla de Antonio Banderas y Javier Barden, voy y te mando una foto de mi amiga Laura, que es una sílfide. Perdóname Laura, se que pondrás el grito en el cielo cuando te enteres de esta putada que te he hecho, pero entenderás que en mi condición de gorda desesperada no le iba a enviar una foto con mis hechuras.<br />
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Eso ocurrió hace un mes y tú, Manolo, no dejaste de suplicar que querías conocerme en persona. Habíamos quedado en vernos esta noche a las diez y media en el Pub Bako... Me he pasado toda la semana pensando en ponerte un e-mail diciéndote que no podía ir alegando miles de excusas, pero la jodida curiosidad me ha podido... Quería ver la esbeltez de tu cuerpo, sentir tu presencia a mi vera... ¡Qué puñetas!, iba a martirizarme viendo lo que no podía ser para mí... Seguro que todavía debes de estar esperando a la del cuerpo de sirena...<br />
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Con la ilusión que me hacía a mí decir a más de una: «Sí, tengo un novio por internet. Es guapísimo, me escribe poemas larguísimos, es educado, es tan perfecto...»<br />
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Ya no podrá ser... Aunque claro, ahora que lo pienso mas detenidamente... Si Dios ha querido esta noche que yo caiga en mitad de una plantación de tomates, y me está dando otra oportunidad, es que debe de ser una señal... ¡Vamos!, que le voy a dar una patada a la puerta de mi Ford, me voy a inflar de comer tomates y luego, aunque sea a rastras subiré hasta la carretera, me podré a gritar auxilio en los cuatro idiomas que yo hablo, y como me llamo Pamela Redondo, que me voy a gastar los cuatro cuartos que me van a dar del desempleo, en un viaje al Caribe, que me han dicho que allí hay hoteles de lujo, con unos morenazos que te quitan los kilos a base de salsa, merengue y revuelques de cama.<br />
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¡Adiós Manolo!<br />
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<a href="http://1.bp.blogspot.com/-RwJyJ4wakw4/UNYB-jpJu5I/AAAAAAAAAQE/8jfnZj_Jf2A/s1600/dibujo3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://1.bp.blogspot.com/-RwJyJ4wakw4/UNYB-jpJu5I/AAAAAAAAAQE/8jfnZj_Jf2A/s400/dibujo3.jpg" width="293" /></a></div>
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<strong>EL VUELO</strong><br />
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Amanece plomizo en el bosque. Unos débiles y lentos crujidos despiertan las viejas y apolilladas maderas de una pequeña cabaña, situada en la ladera de una hermosa montaña del pirineo francés, cuyos brazos abarcan la totalidad de un precioso lago.<br />
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A lo lejos se escucha un ligero repiqueteo de agua saltarina procedente de alguna pequeña fuente, y el piar chillón de los pajarillos hambrientos en sus nidos.<br />
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Mario se asoma aún adormecido al porche, envuelto en una gruesa manta de lana azul. Saca levemente la cabeza y la brisa gélida que sube del ras del profundo lago le hace estremecer, embutiéndose aún más en su vieja manta. <br />
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Frente a Mario los oscuros pinos están aún envueltos en la espesa niebla crecida durante la pasada noche. Se le antojan grandes buques perdidos a la deriva de un ancho mar.<br />
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-¿Tú sabes de dónde?- pregunta Mario a su perro que le responde con un ladrido y un ligero batir de su larga cola. Tienes razón, Lobo- dice acariciando la pequeña cabeza peluda de su mascota- ¿qué importancia tiene el lugar? A mi edad lo importante es ver amanecer un nuevo día.<br />
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Una extraña sensación de melancolía embarga a Mario. «Con el montón de veces que me he jugado yo la vida y sin embargo, cuando ya nada ni nadie me retiene, me aferro más a esta tierra, a estos bosques y a ti, mi querido Lobo». <br />
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Mario toma aire y en el silencio del bosque le parece oír a lo lejos, como venido de la niebla, aquella risa que dejó de escuchar cuando aún era un niño. «Así reía mi padre, Lobo. Sin embargo no te dejes engañar por su risa, mi padre era un hombre serio. Enfundado en trajes negros y camisas blancas de cuello almidonado. Un ilustre abogado de oficio en Barcelona. Hasta aquel maldito día. Alguien se chivó...»<br />
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Todo estaba tan anclado en la mente de Mario: Los inesperados y estruendosos golpes en la casa a media noche. El derribo posterior de la puerta, golpes, gritos, golpes, murmullos y más golpes. Su madre arrodillada suplicando, sus hermanas mayores llorando abrazadas a ella, y él, tras los barrotes del descansillo de las escaleras, observando aterrado la escena. Mario tenía entonces nueve años y para él su padre era un hombre invencible, un semidiós con la ley bajo el brazo. Sin embargo, aquella noche maniatado y llevado a empujones por dos soldados franquistas, con la barbilla hundida en el pecho, se le antojó viejo, débil y lo que es peor, mortal. Fue entonces cuando llegó, como ahora, el temblor en la mano izquierda, la presión en el pecho, la angustia pesada en el estómago, la rabia contenida en los puños apretados.<br />
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Días después marchó a Perpiñán con su madre y hermanas. Su abuelo Andrés les comunicó la fatal noticia por teléfono. Su padre había sido fusilado por conspiración contra el régimen. Pero lo importante, según les explicó su abuelo, era que ellos habían salvado el pellejo. <br />
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«Salvado el pellejo», musita desviando la mirada de la niebla. Esas eran las únicas palabras que aún le pesaban de aquel hombre pequeño y delgado, de pelo cano, con grandes entradas y nariz aguileña como él era ahora.<br />
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Alza los ojos y le alegra ver al águila sobrevolar el lago en busca de comida. Mario se desprende de la manta, extiende sus delgados brazos y los agita simulando el señorial y armonioso vuelo del ave.<br />
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-Tranquilo Lobo, aún no te abandonaré- Lobo se apoya en sus patas traseras y estirando su delgaducho cuerpo muerde en la pierna a Mario. <br />
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Lobo no es un perro de raza, es un chucho de color canela, ojos negros y alegre rabo. No es un guardián ni un cazador nato, pero le hace compañía y le escucha con las orejas tiesas y los ojos brillantes sin rechistar, y eso ya es más de lo que sus congéneres humanos hacen con él. Los pocos que pasan por aquellos contornos se paran para pedir algo de comida, un poco de calor del fuego, unos cigarrillos, pero de entablar conversación nada. Lo más intercambian cuatro palabras, ya que a la quinta, ya se han ido sin despedirse. <br />
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-Los huesos de viejo ni para caldo de puchero- dice al perro y éste ladra meneando la cabeza.<br />
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El cielo del bosque ha descorrido ya sus cortinas y unas tímidas franjas doradas comienzan a reflejarse en el lago, donde unos patos nadan ligeros, se zambuyen y sacan algún pececillo plateado.<br />
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Mario sale del interior de la cabaña vestido con un pantalón marrón de pana ancha, botas azules de montaña y una camisa negra de lana. Se cubre los pocos cabellos canos con un gorro de piel de conejo, se pone al hombro la escopeta y en la cintura su pesada canana llena de cartuchos. <br />
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Echa a andar seguido de Lobo por un estrecho y ascendente sendero lleno de hojas muertas y prensadas como papel mojado por el espeso rocío, así unos cincuenta metros, hasta que se adentra por el pedregoso camino trazado por los cazadores, que termina en una pequeña llanura de corto manto amarillento y despoblada de arboleda, situada justo en frente del lago. <br />
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Desciende por la llanura unos pasos hasta detenerse junto a un peñasco calizo. Desde allí tendrá una buena vista de la orilla del lago y de algún macho que se acercará a abrevar.<br />
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Algo cansado por la caminata se recuesta en el peñasco. Saca del bolsillo de la camisa su vieja pipa y la rellena con el tabaco mentolado que le trae una vez al mes Raimond, el joven guardabosques. En los duros y fríos días del invierno, el calor de la pipa es una agradable compañía. A veces la acaricia con cariño, como si se tratase de una mujer, de aquella mujer morena de grandes ojos negros que un día desposó y de la que nunca se ha desprendido a pesar de su pérdida y de los años.<br />
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-¡Qué hermosa eras Julia!, sobre todo en el escenario del circo, toda llena de luz y belleza, con tus trajes blancos y tu larga y gruesa trenza negra, subida en aquel delgado cable desafiando al vacío. «Despierta mi amor si estás dormida, date la vuelta en la cama, besa la almohada y piensa, que ha sido a mí a quien has besado», ¿te acuerdas Julia?, tu primera serenata.<br />
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Aún no se ha consumido todo el tabaco de la pipa cuando Mario entra en un suave sopor, volando, como en su más deseado y repetido sueño.<br />
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En Perpiñán admiraba las palomas que sobrevolaban la plaza Mayor, se quedaba allí, sentado en un banco verde, alelado, admirando el subir y bajar de sus blancas alas. A los once años le dijo a su abuelo Andrés que un día conseguiría volar. Su abuelo le miró muy serio y le dijo: «Si tú lo dices seguro que lo harás». Lo que no sabía su abuelo era que unos meses después, su nieto saldría en la portada del periódico local de Perpiñán al intentar volar tirándose del campanario de la Iglesia. Aquellas alas de plumas de gallina no dieron el resultado esperado. Se fracturó un brazo y varias costillas. <br />
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Pero Mario ansiaba volar por encima de todo y un año más tarde lo intentaría de nuevo, pero esta vez con un paracaídas hecho con cortinas viejas. Subió al techo de su colegio y ante un concurrido público de colegialas se lanzó al aire y se volvió a romper el mismo brazo. <br />
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Después de aquello, se conformó con mirar desde las azoteas a los numerosos aviones que pasaban por Perpiñán cargados de bombas y de soldados. Mario se imaginaba que era uno de ellos, con casco, fusil y granadas en los bolsillos. Se anudaba una cuerda de tender la ropa en la cintura, y dando un grito tomaba impulso y caía al patio interior de su casa.<br />
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Su abuelo, creyendo que su nieto terminaría matándose le inscribió en una escuela militar francesa. No lograría ser piloto, aquel temblor en la mano izquierda que le perseguía algunas noches se lo impidió. Deprimido por no conseguir su sueño a los dieciocho años se marchó de Perpiñán, se embarcó en un navío americano como fregaplatos. Llegó a New York con las manos despellejadas y sin un duro en los bolsillos. Tras varios meses de trabajar como descargador de una empresa cárnica y repartidor de revistas y periódicos, se unió a unos de esos pequeños circos que van de pueblo en pueblo. Primero limpiando la jaula y dándole de comer a las únicas fieras del circo, dos escuálidos, viejos y raquíticos leones. Más tarde intentaría montar el número de la «Bala humana» junto con el enano del circo que sería el encargado de encender la mecha. El día señalado para su gran vuelo había llegado, tras varios redobles de tambor, el silencio del escaso público y la tremenda explosión, tan sólo lograría ser escupido dos metros más allá, muy lejos de la red que habían preparado para el gran vuelo, todo chamuscado, sordo del oído izquierdo, y con la moral quebrada. Ya nunca más volvería a intentarlo.<br />
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Había vuelto a Europa hacía cinco años y lo primero que hizo fue visitar la tumba de sus padres y de su abuelo. «¿Por qué ahora después de tanto años de ausencia?», se preguntó frente a la tumba de sus padres. No encontró respuesta en ese instante, como tampoco ahora a sus setenta y cuatro años.<br />
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Mientras Mario dormita, Lobo se entretiene jugueteando con las florecillas silvestres y los nerviosos saltamontes que corren despavoridos a su paso. De pronto una mariposa de brillantes colores rojos y negros, se posa justo encima de la escopeta de su amo. Lobo al ver la mariposa, salta sobre ella con tan mal tino, que mueve la escopeta. <br />
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El sonido de un disparo sobresalta al bosque. Lobo empieza a ladrar y gemir aterrado. La bandada de patos y gansos levantan el vuelo, asustados. El águila chilla, un amarillento polvo asciende al cielo extendiendo el mortecino mensaje y atrae a unos grisáceos buitres que empiezan a hacer círculos en el aire.<br />
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Mario, entre sueños, siente una profunda quemazón, no precisamente del calor del sol ni de su vieja pipa. Con gran lasitud, mareado y desconcertado, como en el despertar de una pesadilla, entreabre los ojos y torpemente inclina la cabeza, a la vez que abre la boca en toda su extensión al ver que la escopeta está sobre su pecho. Percibe el calor que aún se desprende de ella y el olor a pólvora quemada: «¿Qué ha ocurrido, Lobo? ¿Cómo se ha disparado el arma?.»<br />
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Aturdido mira de nuevo la posición del arma y para su pesar comprueba que la diana del disparo ha sido su pecho. Estupefacto mira a su perro, al cielo, al lago: «El águila sigue ahí, los pinos siguen meciéndose, y ¿no es ese mi Lobo?, el que no para de ladrar, gemir y empujarme con el hocico nervioso, entonces si todo sigue igual, ¡debo de estar soñando!, eso debe de ser». Mario tiembla, no sabe si de miedo o de frío, sin embargo en medio de su desesperación recuerda que pronto llegará Raimond, por el camino de los cazadores para acercarse a su cabaña. Por suerte para él, hoy es primero de mes y cada primero de mes Raimond viene con provisiones y su tabaco.<br />
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Para su asombro se ve a sí mismo recostado en el peñasco. A su perro ladrando, gimiendo y dándole empujones tirando desesperadamente de su pantalón de pana. Ve a Raimond, montado torpemente en la motocicleta, intentando no caer al suelo enfangado. Incluso puede ver toda la totalidad del lago, los patos y gansos nadando tranquilamente.<br />
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Es más, a pesar de sentirse muy, muy cansado, se encuentra ágil y ligero. La gran Bala Humana, alza sus brazos, los extiende, y echa a volar sin red, hacia algún lugar de ninguna parte.Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-13230141582678690062010-03-04T22:11:00.007+01:002012-12-22T20:14:40.032+01:00LA CORTINA, por Lucía Muñoz<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-c4elACshDhk/UNYGl9pOhdI/AAAAAAAAARI/6xGpJmRGfGs/s1600/2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="206" src="http://3.bp.blogspot.com/-c4elACshDhk/UNYGl9pOhdI/AAAAAAAAARI/6xGpJmRGfGs/s320/2.jpg" width="320" /></a></div>
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Aquel día, Raimundo llega a casa cabizbajo. En la mirada que le capta su hija Fernandita de 12 años, hay toda la pesadumbre, ira e incomprensión del mundo. La niña corre a saludar a su padre y se abraza a su cintura. Raimundo besa a su hija en la frente despejada y le dice:<br />
-Fernandita, no salgas a la calle, que hay hombres malos que cortan los pechos a las niñas bonitas como tú.<br />
La hija se ha quedado perpleja ante lo que acababa de oír, quiere replicar, preguntar, pero piensa que si su padre dice eso, sin duda debe de ser verdad; así que se abraza más fuertemente a la cintura de su padre.<br />
Es el año 1936, la guerra recorre las calles con su negra sombra y su bandera de sangre. La flota de pescadores está amarrada y debe de permanecer así; aquel que saque el barco para pescar, será severamente castigado.<br />
-Nada. No traigo nada para comer- dice Raimundo desconsolado.<br />
-Bueno. Mañana será otro día y tal vez...- comenta Luisa, su mujer.<br />
-Tal vez nada. Nada de nada. Hambre, hambre y miseria, eso es lo que nos espera si esta maldita guerra dura mucho. Los pobres siempre tenemos que pagar el pato de todo.<br />
-No hables tan alto hombre, qué te va a oír los niños.<br />
-¡Pues que se enteren! Tarde o temprano lo van a saber, o ¿es que piensas que esto va a ser cosa de dos días?<br />
-¿Tan grave es?<br />
Raimundo no responde a su mujer.<br />
-Que el señor nos ampare y nos proteja- susurra Luisa santiguándose.<br />
-¿El señor?, ¿Es que crees que tu señor tiene algo que ver en esto? <br />
-Raimundo te he dicho muchas veces qué en mis creencias no te metas. Tú puedes ser del partido que tú quieras, pero con mi iglesia no te consiento…<br />
A Luisa no le da tiempo a terminar la frase. El guantazo la deja atónita. No es que fuera ésta la primera vez que su marido le pegara cuando ella protestaba por algo, pero precisamente delante de su hija nunca lo había hecho.<br />
-¡Madre! - grita la hija - ¡madre, no llore!- y se abalanza hacia ella.<br />
-¡Fernandita, vete al dormitorio con tus otros hermanos!- ordena el padre.<br />
La hija de mala gana y llena de sentimientos contradictorios hacia su padre, se separa de la madre. En el fondo sabe que no poduede hacer nada. Ni ella ni sus otros cuatro hermanos más pequeños. <br />
Ignacio, el bebé de cinco meses comienza a llorar sin consuelo en su pequeña cuna de madera, a caso, imaginando el destino que les aguardaba a los miembros de aquella casa.<br />
Fernandita corre la cortina que servía de separador entre el comedor-cocina y el único dormitorio de la casa. La cortina es una bandera republicana. Al abrirla encuentra a sus cuatro hermanos restantes, con los ojos lagañosos, los mocos caídos, el pelo enmarañado, las caritas llenas de churretes, las ropitas raídas y desgastadas del uso de un hermano a otro.<br />
Fernandita coge al bebé Ignacio de la cuna de madera y lo abraza. Intenta consolarlo susurrándole una canción de cuna, la misma que le habían cantado a ella en aquellos años en que nada era lo que parecía, en que todo era del color de las rosas y en la mesa siempre había medio pan redondo recién hecho, un plato lleno de pescado fresco, brillante y plateado, y una olla hirviendo con un rico guiso que perfumaba toda la casa y le hacía salivar y reír, pedir y recibir una cucharada calentita de aquel caldo tan sabroso de manos de su madre.<br />
Su madre, tan guapa, con una sencilla bata de algodón blanco, sus cabellos negros recogidos en un moño alto, ojos almendrados, nariz algo respingona que le daba un aire divertido, o por lo menos, eso le parecía a Fernandita, sobre todo cuando su madre la hacía mover de un lado a otro, debido a que le picaba porque le había entrado un poco de pimienta de la que acababa de moler en el mortero… “Fernandita, ráscame la nariz”, solía pedirle su madre. A veces hasta se llenaba con un poco de moquillo pero eso a ella no le importaba, “Ojalá ahora mismo me lo pidiera, aunque me llenara toda la mano de mocos …” Recuerda a su madre limpiando el pescado, escamándolo, sacándole las tripas mientras de sus labios salían aquellas canciones, coplas de amores entre un señorito y su criada, de un torero y una cantante de cuplés… De un hombre que venía en un barco con nombre extranjero…<br />
Han pasado varios días, el hambre corroe las tripas, pero nadie en aquella casa se atreve a hablar. Raimundo esté de muy mal humor. Los niños gimotean apilados encima del colchón de paja, hambrientos, asustados…<br />
Luisa, después de dos días sin poder poner en la mesa más que unos mendrugos de pan duro, y dos moniatos asados que su buena vecina Hortensia les regaló, piensa que su bebé no toma tanta leche como ella acumula en sus pechos, y se saca toda la que puede y con ella hace unas gachas de harina tostada y un poquito de azúcar.<br />
Fernandita en silencio lo ha presenciado todo escondida tras la cortina. <br />
Luisa los llama a todos, pone la sartén encima de la desvencijada mesa y con cucharas de madera comen con la avidez del que sabe que puede ser su última cena, desayuno y almuerzo. Se relamen los niños del gusto, pero Fernandita, no puede, se le hace un nudo en la garganta, de recordar la escena de su madre ordeñándose frente a la sartén.<br />
Raimundo lleva dos semanas parado, sin hacerse a la mar. Por la noche sobre el colchón rumia palabras, pensamientos que no le dejan pegar ojo, hasta que a las tres de la madrugada, se levanta y corre la cortina del dormitorio. Luisa que tampoco ha podido dormir eschuchando a su marido y sintiendo todo su nerviosismo, se levanta tras él. Fernandita que se ha despertado, puede oír a su padre hablar en la otra sala:<br />
-Voy a por el barco. A echar las redes. Pase lo que pase, no podemos seguir así, no podemos, mira a los niños, cada día están más famélicos...<br />
-¡No vayas, no vayas, Raimundo! ¡Te molerán a palos, no vayas por favor…!- Suplicaba su mujer.<br />
Pero de nada le sirve a Luisa las protestas, los ruegos… Angustiada por lo que le pueda pasar a su marido, se seca las lágrimas con el viejo delantal a cuadros que un día fue azul y blanco. Nada puede hacer, más que llorar y esperar. La mujer no protesta, la mujer no dispone, la mujer no niega nada a su marido, la mujer no responde mal a su marido, la mujer sólo tiene que agachar la cabeza y esperar.<br />
En la calle hay disturbios, se escuchan llantos, gritos, algún disparo. Fernandita y sus cuatro hermanos encima del camastro tiemblan de frío, tosen, se comen los mocos y se chupan los dedos soñando con piruletas rojas.<br />
Luisa que ya no puede dormir de la intranquilidad, enciende los últimos trozos de picón y luego pone encima una olla, a la que añade agua, sal, una patata, un nabo y un hueso que ya ha hecho más de quince caldos.<br />
Son las siete de la mañana. Se oyen fuertes golpes en la puerta, Luisa se muerde el labio y aprieta las manos en el delantal.<br />
-¡Fernandita, hija!- grita Luisa-, ¡baja la cortina y métela bajo el colchón. Haz lo que te digo, rápido!<br />
Fernandita salta de la cama y tira de la cortina que es una bandera republicana. La esconde bajo el colchón y se acurruca nuevamente con sus hermanos.<br />
-¡Abran o rompemos la puerta de una patada!- gritan tras la puerta.<br />
Luisa se santigua encomendándose a todos los santos. La mano temblorosa da dos vueltas a la llave. No quiere ver, no quiere mirar, no quiere sentir. Pero sus ojos se han clavado en otros ojos ensangrentados, en una nariz rota, un labio partido, un trozo de oreja descolgada, una camisa rota, varias costillas partidas, los calzones rajados ensangrentados…<br />
-La próxima vez que lo veamos echando la red, no te lo traeremos, se lo comerán los peces- sentencia uno de los hombres con bigote negro grueso y cara de mala leche.<br />
La puerta se cierra, y los niños salen todos a la vez del dormitorio. Fernandita saca de debajo del colchón la bandera republicana que hasta ese día había servido de cortina.<br />
Luisa limpia las heridas a su marido con tiras de trapos blancos. A la mujer las lágrimas se le derraman a cántaros por las mejillas pálidas por el miedo, por el terror a lo que ella siente que pronto va a ocurrir… Gotas de amargura que estallan en el rostro desencajado del marido que al sentir el contacto de las lágrimas, contrae el rostro y gime de dolor.<br />
-No olvidéis esto nunca hijos míos, nunca...- Es lo último que logra decir Raimundo, antes de morir en brazos de su esposa, envuelto en la cortina de la bandera Republicana.Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-42299450084448493362010-02-24T19:34:00.002+01:002012-12-22T20:18:21.242+01:00EL TÉ<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-wO0Q2Kns02A/UNYHWtK11HI/AAAAAAAAARU/rhg680pa5yU/s1600/mujer_desnuda_tomando_te.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="243" src="http://3.bp.blogspot.com/-wO0Q2Kns02A/UNYHWtK11HI/AAAAAAAAARU/rhg680pa5yU/s320/mujer_desnuda_tomando_te.jpg" width="320" /></a></div>
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<span style="color: red;">EL TÉ</span><br />
Lucía Muñoz.<br />
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Eran las seis y media. Habían quedado para tomar té. Ella se presentó toda nerviosa. Era su primera cita con aquel hombre que tanto había deseado. Se había pasado toda la mañana con las tripas revueltas, con un calor en el bajo vientre cada vez que lo recordaba, cada vez que imaginaba cosas, cosas de él. Su cuerpo de hombre fuerte, esos brazos musculosos estrechado su cintura, sus manos grandes acariciando su nuca, sus labios carnosos besando los suyos… <br />
Frente al espejo se probó todo el armario entero. Finalmente escogió un vestido de gasa azul que le estilizaba el cuerpo, se le ajustaba a la cintura y le resaltaba los pechos.<br />
El, la estaba esperando en una mesa un poco apartada de la barra. “Una esquinita perfecta”, pensó ella, “Para entablar una conversación sin ser ni muy oídos ni muy vistos. No quería que al día siguiente fuera el corre ve y dile del pueblo”.<br />
Ella, viuda desde hacía cinco años, no había probado hombre desde entonces. Ni se había atrevido a mirar a alguno más de dos segundos a la cara, ni dar dos besos ni ninguna muestra de emoción ni cariño ni nada delante de las fulanas esas de sus vecinas.<br />
Pero él había entrado en su vida como un remolino, torbellino y ola gigante… y claro está, un enchochamiento así no se podía retener, no se podía acallar, no, no señor. Ella luchó contra aquellos impulsos, sentimientos y fantasías que le venían por las noches a solas en aquel colchón demasiado grande, demasiado frío…<br />
El, la quiso recibir dándole un beso en la mejilla, pero ella lo rechazó y se sentó sin darle a él oportunidad alguna de muestra de cariño. Pidieron dos tés.<br />
Hasta que la camarera no les puso las teteras, los vasos y el azucarero, no se atrevió a hablarle. <br />
-No lo vuelvas a hacer.<br />
-¿El qué?- preguntó él confundido por la pregunta.<br />
-Intentar besarme en público.<br />
El como respuesta emitió un suspiro. Meneó la cucharilla en la taza y el humo subió hasta sus ojos, y sin pretenderlo derramó una lágrima y ella, en un impulso inesperado, pasó su dedo índice por su mejilla y recogió la lágrima.<br />
En ese instante, ella le fijó la mirada, él se la retuvo y le clavó intensamente la suya.<br />
Fue de sopetón, un beso en los labios con alevosía y sin arrepentimiento.<br />
En otra ocasión ella le habría abofeteado, pero se abstuvo de hacerlo, porque le había gustado, le había hecho subir a las nubes, le había hecho sentir mariposas en la barriga y un calambre intenso que recorrió toda su columna vertebral.<br />
-¿No tomas más té?- le preguntó ella, para disimular su turbación.<br />
-No. Prefiero beberte a ti toda enterita.<br />
Se sintió turbada, deseada, angustiada… ¡Hacía tanto tiempo que su corazón no palpitaba así! <br />
El pidió la cuenta. Ella quiso pagar su té. El se negó en redondo. <br />
Fuensanta salió primero. El la seguía a corta distancia. <br />
En la esquina ella se detuvo. El se puso a su altura.<br />
-No quiero volver a verte- le espetó ella.<br />
-¿Tan mal lo he hecho?<br />
-No. Y eso es lo malo.<br />
-¿Entonces?<br />
Ella no respondió. Cruzó la calle. El, la vio alejarse e introducirse en el portal del edificio. Encendió un cigarrillo, e impaciente esperó a que hubiese luz en la ventana. Entonces cruzó la calle. Subió los escalones de dos en dos hasta la segunda planta. La puerta estaba abierta. El, sigiloso como una serpiente se introdujo en la estancia, y cerró la puerta, de la que no salió hasta las seis de la mañana del día siguiente, según comentó la vecina de enfrente en la tienda, pues con la mirilla lo había captado todo, hasta el morreo que se dieron al despedirse.Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5330706994979649832.post-10400634320531103872009-12-02T18:59:00.005+01:002012-12-22T20:21:17.941+01:00DESDE MI MIRADOR DE LA ALBERQUILLA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-_yFx2t2FIxc/UNYIJOLWunI/AAAAAAAAARs/DBozCapKEyw/s1600/06012012956.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://3.bp.blogspot.com/-_yFx2t2FIxc/UNYIJOLWunI/AAAAAAAAARs/DBozCapKEyw/s320/06012012956.jpg" width="320" /></a></div>
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En un lugar de los Acantilados de Maro-Cerrogordo,
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enclavado en la Marina,
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junto a los montes del Río de La Miel,
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ahí se halla mi Mirador De La Alberquilla.
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Mar y cielo azul
<br />
que se confunde y unen como amantes en el horizonte.
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Torre que un día fuiste vigía de navegantes
<br />
y que guardas sueños de poetas,
<br />
sangre de hombres con ansias de libertad.
<br />
Esta tierra mía huele a romero y tomillo en flor,
<br />
al dulzón de la higuera,
<br />
de la parra y la chumbera.
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Tiene las huellas de cabreros sudorosos,
<br />
el perfil de las madres cansadas de faenar con los niños en brazos.
<br />
Sus caminos crujen como borrachuelo recién frito.
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El aguilucho y el mochuelo,
<br />
el gorrión y el jilguero,
<br />
la gaviota y el mirlo,
<br />
cantan, vuelan, picotean,
<br />
y me miran curiosos
<br />
escribir historias y versos
<br />
que no se hacia donde llegaran
<br />
ni quienes los leerán...Lucia Muñozhttp://www.blogger.com/profile/02675845625779681007noreply@blogger.com3