sábado, 22 de diciembre de 2012

LOS SUEÑOS QUE REALIZARÉ CUANDO TENGA TIEMPO PARA MI


Pintura cedida por; Ramón Fernández, Palmeral


Esta es la Carta con la que gané el primer premio en el IX certamen literario de cartas, “NerjaMujer”, convocado por la Concejalía de Igualdad del Excmo. Ayuntamiento de Nerja.

                                                           Domingo, 12 de Febrero, 2012


Querida Andrea:

            Te preguntarás por qué te escribo esta carta, habiendo teléfono, facebook, twiter y correo electrónico. Lo hago así porque siento que es más personal, más íntimo, y además, ¡qué puñetas!, me hace ilusión. Ya sabes que siempre me gustó escribir, pero que con el tiempo dejé de hacerlo, como tantas otras cosas…

            El otro día, cuando fui a tu casa,  me comentaste que ya habías comenzado con la quimioterapia. Llevabas puesta una minifalda vaquera y una camiseta celeste, además de una peluca pelirroja y rizada que hacía resaltar tus bonitos ojos verdes. Estabas tan bella,  tan llena de ánimo, tan ilusionada… Tus palabras expresaban una fuerza interior,  fe en la vida y una serenidad que me emocionaron. Recuerdo especialmente que me dijiste que te había tenido que pasar esta enfermedad para tener tiempo para ti, ¡todo el del mundo!,  y  lo equivocada que estabas antes,  que te creías imprescindible y, que te has dado cuenta que la vida continúa aunque tú te pares.

            ¡Me alegré tanto al oírte decir que ibas a impartir clases de costura en el Centro Campo Amor en cuanto terminaras las sesiones de quimio! Ya sabes que siempre te animé a que lo hicieras, pues tenías el título desde que cumpliste los veinte años, y para lo único que te había servido hasta ahora era para ocupar un espacio en la pared. Y lo del pelo rojo, Andrea,  siempre quisiste ser pelirroja, soñabas con ello, pero nunca te atreviste a pintártelo así, por temor al qué dirán, a llamar demasiado la atención… Siempre has sido tan tímida y has estado tan pendiente de lo que pensaran de ti los demás… Pues mira por dónde ahora estás realizando tu sueño, y ¡vaya si estás guapa…! Además, fue muy hermoso  eso que me dijiste de que ahora aprovechabas cada minuto de la vida,  y qué nadie debería de esperar a que le sucediera algo terrible para hacerlo.

Andrea, te agradará saber que te estoy haciendo caso.  Lo primero que he hecho esta mañana ha sido ponerme frente al espejo del cuarto de baño y me he regalado el tiempo de observarme, pero no para sacarme los puntitos negros,  las nuevas arrugas en la cara y todas esas cosas que nos llaman tanto la atención para criticarnos, no, me he mirado como no lo hacía desde no sé cuándo, y  me he sonreído;  me he abrazado y luego me he dicho: “Alejandra, tú vales mucho, eres una buena madre, esposa e hija, un ser especial y una excelente persona, y te mereces un tiempo para ti y para realizar tus sueños”.  No te lo vas a creer, Andrea, pero al decir eso, se me ha erizado toda la piel; ha sido como si me subiese una sacudida de electricidad desde la punta de los pies hasta la coronilla. No te negaré que hasta he llorado, pero Andrea, ha sido maravilloso, algo único y tan mío e íntimo que aún no me lo puedo creer.  Tras eso me he metido en la bañera  y me he dado tiempo para mimarme como si fuese una niña pequeña.  Nada de darme los restregones esos que casi nos desollamos la piel  de tan rápido que queremos hacerlo para terminar pronto, no, esta mañana me he pasado la esponja con delicadeza. Imagínate que hasta hoy me levantaba  con el estrés ya pegado a las sábanas y me peinaba dándome tirones y arrancándome los pelos, pensando en cientos de cosas a la vez, con los ojos medio cerrados y con la otra mano subiendo la cremallera del vestido de mi hija;  y si alguna vez abría los ojos y me miraba por unos segundos lo mejor que me decía era: “¡Por Dios qué pelos tan horribles tengo y qué ojeras más feas!”

 Desde hoy he decidido quererme. He comprendido gracias a ti  que para realizar mis sueños tengo que ser una persona más paciente y más relajada.  Ahondaré dentro de mí para conocerme mejor, aprenderé a escuchar el silencio, a respirar. Antes hacía yoga, meditación y escribía. ¿Cuándo y por qué dejé todo eso?

Disfrutaré más de las cosas cotidianas, como por ejemplo hacer la comida (ya sabes que antes asistía a clases de cocina  exótica y vegetariana) era algo que me encantaba, y mira tú, que desde hace mucho tiempo me pongo de mal humor cuando hago el almuerzo. ¿Cómo he terminado odiando algo con lo que yo disfrutaba?

 Andrea, voy a retomar las clases de cocina.

Como bien me dijiste, me preguntaré qué cosas me hacen feliz y me llenaré de ellas. Alimentaré mi mente de pensamientos positivos. Tienes toda la razón del mundo afirmando que cuantas más cosas buenas atraigamos, más dicha experimentaremos.

Dejaré de creer que soy indispensable. ¿Cuándo me convertí en una maniática de la limpieza? ¿Recuerdas que siempre tenía un tira y afloja con mi madre por cómo tenía mi cuarto de descuidado? En adelante seré menos ordenada.

Me crearé tiempo libre. Pasearé a solas, practicaré el silencio en vez de quedarme viendo la pantalla de la televisión sin prestar ni tan siquiera atención a lo que dicen por estar con la cabeza en siete mil cosas, regañando por todo a mis hijos y recogiendo su desorden.  Ellos ya son mayores y se las pueden arreglar perfectamente sin mí.

No me pasaré el tiempo pensando en lo que haré dentro de cinco días, una semana o al mes siguiente. Antes, ni tú ni yo hacíamos planes para nada y cada día era una sorpresa y una alegría. Qué razón tienes cuando afirmas que no hay nada peor que estar dándole vueltas a todo constantemente.

Andrea, tú y yo vamos a quedar el sábado que viene para a ir al spa y  hacer un circuito de esos con masaje incluido, y si el masajista es un chico guapo, mejor que mejor.

             Voy a retomar los talleres de escritura, la lectura a la orilla del mar, recibir la brisa fresca y sentir cómo se me ponen los vellos de punta, y me estremezco y respiro hondo, para llenarme de energía positiva y sonreír al cielo azul, a las olas cambiantes, al sol brillante, ese milagro, ese hermoso sueño, que no me va a reportar más que media hora de mi vida. ¿Qué día dejé de hacer esas cosas para mí?,  como  ir los fines de semana al cine, al centro cultural a ver un espectáculo, a alguna exposición, conferencia o tertulia sobre las mujeres o la escritura… Tú sabes que eso antes era algo normal en mi vida, sin embargo, un día, no sé  cual, todo cambió y me volví una autómata que no ha hecho otra cosa que trabajar en mi negocio, trabajar en casa, cuidar de los demás y un largo etcétera, que ha convertido mi vida actual en un vivir para los demás y nada para mí misma.

             Ahora estoy sentada frente a la ventana de mi comedor y, mientras te escribo esta carta, veo el atardecer en silencio disfrutando del espectáculo y el milagro que  son la naturaleza y la vida; además, tengo un folio al lado donde he escrito una lista con todos los sueños que voy a realizar, y que había pospuesto desde que dejé de cuidarme yo, para cuidar  a los demás.

            Gracias Andrea. Me diste una lección de vida el otro día, sobre todo al recordarme esa frase que yo había escrito  de jovencita en mi olvidado diario: “No esperes a que llegue el día para realizar tus sueños, adelántate tú a él, porque mañana puede ser demasiado tarde”.